martes, 4 de julio de 2017

Bernhard escribe sobre la soledad de la locura en El sobrino de Wittgenstein

 Lo bueno que tienen escritores como Thomas Bernhard es que, cuando comienzas a leerlo, descubres un mundo propio e inédito. Y eso no es fácil. Las obras  del autor holandés se caracterizan por una profundidad sentimental donde los tabúes saltan por los aires. El escritor de El aliento o El frío no se muerde la lengua cuando tiene que enfrentarse a temas tan traumáticos como la pérdida de la razón, las adicciones o el suicidio.

  Bernhard encuentra en estos temas puntos en común con la creación musical o literaria. El sobrino de Wittgenstein, en Anagrama (colección Compactos), nos relata la amistad del escritor con Paul, sobrino del filósofo del Tractatus. Refiere los últimos años de una amistad inspirada en la sinceridad que un enfermo mental es capaz de demostrar a nuestro autor pese a la erosión de la depresión y una significativa apatía hacia el mundo que lo rodea.
  En las páginas de esta novela, la melancolía se mezcla, sin embargo, con un tono ilusionante y celebratorio de la propia enfermedad de Paul, porque el amigo no es un hipócrita, es un ser instintivo, auténtico, sincero. Su confinamiento en diversos hospitales mueve a Bernhard a hablar también de su propia existencia, de la soledad enfermiza que Paul y él comparten. Las conversaciones, los recuerdos y las enseñanzas morales que se desprenden del histrionismo y la decadencia de Paul ilustran este retratro personal del propio autor, donde inexorablemente creación y obra literaria están unidas por el aislamiento que produce la enajenación mental.
  "El mundo de los sanos recibe al enfermo que vuelve a casa sólo con aparente amabilidad, sólo con aparente altruismo, sólo con aparente abnegación; pero si el enfermo pone realmente a prueba esa amabilidad y ese altruismo y esa abnegación, se revelan como buena disposición sólo aparente y, por consiguiente, afectada, a la que el enfermo hará mejor en renunciar. Pero, como es natural, nada es más difícil que la verdadera amabilidad y el verdadero altruismo y la verdadera abnegación, y la frontera entre lo verdadero y lo aparente es también ese aspecto difícil de tratar. Creemos durante mucho tiempo que se trata de algo verdadero cuando, sin embargo, sólo se ha tratado de algo aparente, ante lo que durante mucho tiempo hemos estado ciegos. La hipocresía de los sanos hacia los enfermos es la más difundida. En el fondo, el sano ya no quiere tener ya nada que ver con el enfermo y no le gusta que el enfermo, hablo de un enfermo realmente grave, pretenda de repente tener derecho a la salud." (pág. 69)

Portada de El sobrino de Wittgenstein./ Anagrama

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