viernes, 21 de julio de 2017

Entrevista a la fotógrafa Paula González: "Me inspiro en Mario Testino porque tiene en cuenta hasta el último detalle"

Ha sido una de las mejores alumnas que he tenido hasta ahora dentro de mi actividad docente. Al igual que muchos de sus compañeros, la creatividad y el estudio, malogrados ahora mismo en las últimas leyes educativas, han formado siempre parte de su actitud ante la vida. Como muchos jóvenes de su generación, Paula González intenta salir adelante como freelance. Su interés por la fotografía como arte en evolución es evidente y trata de buscar ese lenguaje personal que la defina como artista en ciernes, estimulado por una aparente ingenuidad de ver las cosas.

"Aparente" porque, detrás de sus fotos, comienza a existir ese lenguaje abigarrado de Diane Arbus, una necesidad de retratar la superficie de los perfiles y los rostros para que el espectador analice otras identidades en los sujetos, más profundas e inciertas. 


Paula González. / Mundiario

 - El mero hecho de hablar ahora mismo de tu implicación con la Fotografía es hablar de unos orígenes.¿Cuándo se tiene conciencia de que un hobby o un mero entretenimiento puede llegar a ser una forma de ganarse la vida?
- Desde que era muy pequeña me apasiona la fotografía. El hecho de inmortalizar un momento a través de una imagen me parecía fascinante, llegó a entrarme bastante curiosidad, por lo que decidí comprarme una cámara réflex y comenzar a experimentar fotografiando todo aquello que me rodease. Tras pasar diversos años dudando sobre qué estudiar y a qué me gustaría dedicarme realmente, me decanté por la fotografía, que hasta ese momento era un simple hobby. Pero se ha convertido en mi trabajo y en mi vida. Además, me ayuda a evadirme de mis problemas, es mi propio mundo y me siento feliz con ello.
- ¿En qué consiste el trabajo de un fotógrafo freelance? De hecho, hay blogs, páginas webs, chats y grupos de Facebook donde son cada vez más frecuentes estos profesionales.
Un freelance es una persona que trabaja por su cuenta, por lo que ha de tener una gran cantidad de contactos, buscarse sus propios trabajos y sobre todo estar muy al tanto de las redes sociales, pues son las que hacen que te des más a conocer, sobre todo cuando eres fotógrafo/a,  ya que la gente ve tus fotos y te promocionas de esa forma.
- Veo en muchas de tus fotografías una obsesión por el retrato. ¿Tiene alguna justificación o simplemente es una forma de investigar en las posibilidades de tu creación?
- Cuando comencé a estudiar fotografía no tenía muy claro cuál era mi género, es decir, si me gustaba el paisaje, el fotoperiodismo, el retrato, etc. Sin embargo, tras realizar una gran cantidad de fotografías, supe que lo que realmente me gusta es retratar personas y reflejar su alma a través de la imagen. Me entusiasman las diferentes maneras que existen de sacar expresiones a las personas mediante una cámara de fotos. Además, mi sueño es trabajar como fotógrafa de moda, para revistas como Vogue, Vanity Fair, etc, ya que me encantan las poses de las modelos, el maquillaje, el vestuario y todo el atrezo necesario para hacer fotos de ese tipo. No es nada fácil, pero los resultados de las fotografías de moda son increíbles.
- ¿Qué opinas de aquellos puristas que se niegan a aceptar como fotografía los montajes o los collages con diversos materiales?
- Cualquier fotografía hoy en día lleva algún retoque, por mínimo que sea y , por eso, no estoy de acuerdo con el hecho de descartar  los montajes o los collages como fotografía, pues las imágenes nos llevan a mundos desconocidos, fantasiosos, a lugares que no podemos ver con nuestros ojos en vivo y en directo.
-¿Qué dificultades encuentra una emprendedora como tú a la hora de lanzarse a un mundo tan competitivo como este?
La verdad es que me encuentro con muchas dificultades, principalmente porque estoy empezando y apenas soy conocida, por lo que tengo que hacer muchas sesiones gratis o excesivamente baratas para poder promocionarme.
Además, como hoy en día todo el mundo tiene un móvil, puede hacer fotos y la gente piensa que ser fotógrafo es apretar el botón de la cámara y ya está, cuando realmente lleva un gran proceso. Tienes que promocionarte mucho en las redes sociales, Facebook, Instagram, etc, para conseguir que vean tu trabajo y te contraten; tener muchísimos contactos y buscar clientes que queden satisfechos y corran la voz de que existes. Luego está el momento de hacer la foto, tienes que estudiar la luz, tanto si es en exterior como en interior, así como el escenario y las diversas poses, hacer que el /la modelo esté cómodo/a, para sacar su alma en la imagen. Después llega el momento de edición, depende de lo que se quiera hacer llevará más o menos tiempo y finalmente la entrega de las fotografías.
Poca gente sabe todo el trabajo que hay detrás de una fotografía y sinceramente, me gustaría que se valorase más.
- Hablar de un trabajo con proyección estética es también hablar de sus influencias. ¿Qué artistas te inspiran?
- Dado que me gusta la fotografía de moda me inspiro en Mario Testino, por su manera de trabajar, tiene en cuenta hasta el último detalle en cada una de sus fotografías y busca escenarios únicos.
Otro fotógrafo que me entusiasma es Guy Bourdin, ya que sus imágenes están llenas de color y  por mucho que pasen los años no pasan de moda, en ellas inyectó locura, perturbación y ansiedad, algo innovador en el siglo XX.
Quiero añadir también a Annie Leibovitz, ya que crea mundos de fantasía con sus fotografías, creando escenas que resultan atractivas y agradables para el espectador.

Facebook - Instagram: Paula González Photography.

Verano. / Paula González








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miércoles, 12 de julio de 2017

Manos atadas

Manos atadas. 
Lisiada luz al fondo del túnel.
No existe un tiempo concreto,
sino su continuidad. 
Por eso, suceden los cuerpos,
se quiebran tras herirse.
Manos atadas.
La vida es nada. Descansas
después de la misma visión.
Se agitan las llamas.
Un hombre llama a otro.
No lo reconoce todavía.
Se parece a su padre.
Están muertos. Caminan
entre los prometidos árboles. Piensan
que, en el repecho, alguien,
que ha renunciado a mirar,
los soltará para empezar de nuevo.



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viernes, 7 de julio de 2017

No encuentras el camino

No encuentras el camino
que mostró tu padre a otros hombres.
El espliego abandona la senda
como hicieron los pájaros,
en silencio. Eran brasas.
Algo se pudre en tu interior
y ahora esperas que la luz
lo disipe. Quisieras estar en el lugar
de la sombra que ahuyenta
las llamas. El fuego
ha dictado sentencia demasiadas veces.
Las miradas que en la oscuridad
se reparten no conocen el alivio.
Nadie sabrá por qué escribiste
esas pisadas en la nieve.

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Un libro para niños y mayores, El libro de los guarripios, de Arnod Lobel

Lo que caracteriza al libro de Arnold Lobel es su habilidad para conmover desde unas ilustraciones definidas por suaves texturas llenas de matices. Esa tonalidad y ese trazo otorgan a estas fábulas sobre cerdos un aura de nostalgia y melancolía.

El uso del limerick, estrofa de cinco versos con rima consonante, nos descubre debajo de cada ilustración un universo propio en el que los cerdos viven sus particulares aventuras. Pese a ese rasgo nostálgico que desprenden muchas de sus composiciones, el tono humorístico del limerick pervive en esta clase de texto: "Había una cerda en Tudela/ que hacía pastel de ciruela./ ¡Y cuántos vecinos/ -marranos, cochinos-/ comían pastel de la abuela!" (pág. 16)
La personificación del animal pasa por la paradoja, los engaños y los problemas cotidianos que convierten a los cerdos en algo más que seres humanos; más bien en motivos o alegorías de lecciones morales donde el humor y la crítica a las preocupaciones innecesarias gobiernan su mundo: "Un cerdo vivía agobiado/ al no ver su rabo enroscado./ Cambió las papillas/ por pasta y rosquillas/ y el rabo quedó enrosquillado" (pág. 12)
La traducción de Miguel Azaola logra mantener el ritmo y la rima de los textos de Lobel, cuyo dibujo inconfundible se caracteriza por la ternura que otorga a diversas situaciones en los que estos guarripios se encuentran en apuros, algunos de difícil solución, como dictan algunos de estos limericks.



Portada de El libro de los guarripios./ Kalandraka

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martes, 4 de julio de 2017

Poema de La quietud

Que era transparente e incierto. 
Tu sitio. Me esperas 
después de esta vida. Lo que observas 
se queda, como ese niño que fui, 
lejos, tan lejos, traído a ese pasillo 
oscuro donde alguien me esperaba. 
De otro tiempo. Es la quietud, 
otro recuerdo, la última vez 
que se lastima. Presientes que volverá 
a suceder, que una extraña razón, 
también oscura, 
hace inseparables a los vivos de los muertos.


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Los días del tiempo, de Ramón Bascuñana, versa sobre la belleza de lo efímero

  A través de un lenguaje sutil y preciosista, Bascuñana reflexiona sobre la caducidad de la vida en este poemario que cae en mis manos después de muchos años. Su tributo al Modernismo es evidente desde las primeras composiciones creando una serie de paraísos artificiales que resultan ser espejismos de una realidad de la que el sujeto desea evadirse a través de la belleza formal que el autor oriolano rescata de su memoria literaria. En esa memoria literaria, los recursos destacan sobre escenarios idílicos y pictóricos. Las analogías a las pinturas de Muncha resuenan en esa trama arquitectónica en la que la vida fluye dentro de su propio espacio ficticio, distopías que se regeneran una y otra vez para que la vida emerja con un tono de dicha y celebración constantes: "A la luz del otoño tiene la adolescencia/ versos de amor y música callada,/ largos paseos en malas compañías/ -pues lujuria y deseo son malos consejeros,/ según dicen algunos -, y cierta rebeldía/ que ahora me permite escribir estos versos/donde el otoño tiñe de nostalgia el recuerdo". (pág. 10)

  Sin embargo, creo que, en el poemario, hay dos partes bien diferenciadas: poemas que reflexionan sobre la nostalgia como discurso de los sentimientos y otros poemas, al final del libro, donde la muerte es un tópico que obsesiona al poeta a través de diversos personajes y motivos estéticos, identidades donde el autor camufla esa sensación de desesperada soledad que supone envejecer y ser consciente de que la muerte siempre es un final prematuro: "Como lugar extraño, la vida. De paso siempre. En tránsito. /Sin otro afán que los versos/ y su vano empeño en atrapar el paso tan lento de los días./ Sobrevivir en temporada baja/ donde nadie: una ciudad costera,/ la casa prestada de un amigo". (pág. 37)
  En poemas como "Stormy weather" o "El ángel exterminador" la notoriedad de la muerte conduce al poeta a reflexionar sobre el pasado con rencor y violencia, nada que ver con la dicha nostálgica de unos poemas que, al principio, cautivan por la pureza ebúrnea de su arquitectura.
  Según vamos leyendo, la belleza formal desaparece para, sin abandonar su decadentismo, enfrentarnos a la humana condición de ser mortal y saberlo y sentirlo, como expresa el propio autor en "Magnum miraculum est homo". Y, sin embargo, pese a la dureza del acontecimiento que Bascuñana trata con amargura, la muerte, su muerte, parece hermosa, mejor dicho, lo es, como leemos en ese poema que me ha fascinado sobre el suicidio de Sylvia Plath: "He afilado los cuchillos y los versos./ Deseo ser una mujer perfecta y resplandeciente./ Las abejas liban mi corazón vendado./ Quiero escapar, pero se ensañan con mi sangre./ Huelo la húmeda tierra que será mi tumba" (pág. 50). @ManuelGarciaOri

Resultado de imagen de los días del tiempo ramón bascuñana
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Bernhard escribe sobre la soledad de la locura en El sobrino de Wittgenstein

 Lo bueno que tienen escritores como Thomas Bernhard es que, cuando comienzas a leerlo, descubres un mundo propio e inédito. Y eso no es fácil. Las obras  del autor holandés se caracterizan por una profundidad sentimental donde los tabúes saltan por los aires. El escritor de El aliento o El frío no se muerde la lengua cuando tiene que enfrentarse a temas tan traumáticos como la pérdida de la razón, las adicciones o el suicidio.

  Bernhard encuentra en estos temas puntos en común con la creación musical o literaria. El sobrino de Wittgenstein, en Anagrama (colección Compactos), nos relata la amistad del escritor con Paul, sobrino del filósofo del Tractatus. Refiere los últimos años de una amistad inspirada en la sinceridad que un enfermo mental es capaz de demostrar a nuestro autor pese a la erosión de la depresión y una significativa apatía hacia el mundo que lo rodea.
  En las páginas de esta novela, la melancolía se mezcla, sin embargo, con un tono ilusionante y celebratorio de la propia enfermedad de Paul, porque el amigo no es un hipócrita, es un ser instintivo, auténtico, sincero. Su confinamiento en diversos hospitales mueve a Bernhard a hablar también de su propia existencia, de la soledad enfermiza que Paul y él comparten. Las conversaciones, los recuerdos y las enseñanzas morales que se desprenden del histrionismo y la decadencia de Paul ilustran este retratro personal del propio autor, donde inexorablemente creación y obra literaria están unidas por el aislamiento que produce la enajenación mental.
  "El mundo de los sanos recibe al enfermo que vuelve a casa sólo con aparente amabilidad, sólo con aparente altruismo, sólo con aparente abnegación; pero si el enfermo pone realmente a prueba esa amabilidad y ese altruismo y esa abnegación, se revelan como buena disposición sólo aparente y, por consiguiente, afectada, a la que el enfermo hará mejor en renunciar. Pero, como es natural, nada es más difícil que la verdadera amabilidad y el verdadero altruismo y la verdadera abnegación, y la frontera entre lo verdadero y lo aparente es también ese aspecto difícil de tratar. Creemos durante mucho tiempo que se trata de algo verdadero cuando, sin embargo, sólo se ha tratado de algo aparente, ante lo que durante mucho tiempo hemos estado ciegos. La hipocresía de los sanos hacia los enfermos es la más difundida. En el fondo, el sano ya no quiere tener ya nada que ver con el enfermo y no le gusta que el enfermo, hablo de un enfermo realmente grave, pretenda de repente tener derecho a la salud." (pág. 69)

Portada de El sobrino de Wittgenstein./ Anagrama
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