viernes, 30 de junio de 2017

Cuando la televisión acabó con una estrella de la política llamada Trump

Se parece demasiado a los políticos españoles. Ese es el problema de Trump, que recuerda mucho a esos políticos de melenas o del Opus que han visto en la televisión y en El Hormiguero una forma de hacer campaña y no gestión política.
El problema de Trump es que lo han votado millones de americanos y él piensa que lo han votado millones de televidentes para que gane Gran Hermano o Supervivientes. Trump quiere ser Belén Esteban, porque, en América como en España, las poltronas se ganan desde la popularidad y las promociones de la teletienda.
La política ya quedó lejos de esta arena. La política es el capital, así que todos los políticos, los nuestros sobre todo, se parecen a Trump y Trump se parece cada vez más a su mujer y a todos esos ángeles de Victoria´s Secret. Porque lo importante para gobernar es parecerse a Pablo Iglesias en la Sexta Noche o a Marhuenda, o a Inda, o a la reina de las fiestas de mi pueblo. Porque, hace tiempo, mucho tiempo, que la televisión mató al político, como el vídeo-clip a la estrella de la radio.
A mí me gusta Trump porque me recuerda a los ángeles de Victoria´s Secret, y porque me recuerda que ya no votamos a políticos, sino a estrellas de la tele que hacen de nuestras vidas su Monopoly, su GH Vip y su Call of Duty. Y eso es maravilloso en un mundo, donde la gente ya no se pelea a la salida de los bares, sino en un hagstag.

Donald y Melania Trump./ Efeestilo
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jueves, 29 de junio de 2017

García Montero descubre las iluminaciones del ayer en La intimidad de la serpiente

Sorprende el hermetismo de "La intimidad de la serpiente", un hermetismo necesario para adentrarnos en los signos con los que la memoria revisa los pecados y virtudes del pasado.

Como si no hubiese otra manera de explorar el nicho de la serpiente, del conocimiento vetado y prohibido, el lenguaje de García Montero se caracteriza por un uso abundante de metáforas en una sucesión de versos que no dejan de describirnos estímulos, visiones, retazos y destellos de una infancia y una juventud que siempre creemos revivir tal y como sucedió. Pero el lenguaje miente y quizá ese hermetismo y ese regusto por la escritura modernista no son otra cosa que formas de paliar esa mixtificación con la que nuestro presente intenta huir de los males que nos aquejaron cuando éramos niños: "Salimos al balcón. Las doce campanadas,/ espuma limpia de cristales rotos,/ cayeron a las plazas de los años setenta" (pág. 129).
La profundidad del poemario radica en esa necesidad de ser nostálgico para afrontar el futuro, su incertidumbre, porque García Montero teme que la sucesión de desdichas se repita, pero esa sucesión no siempre es lamentable. La nostalgia también es un lenguaje en sí mismo, no solo una actitud ante el recuerdo; la nostalgia como una forma de ser siempre en el mundo y de escribirlo: "Detrás de aquella puerta/ y detrás de aquel nombre/ había una canción sobrecogida/ y una luz indefensa que opinaba del mundo/ como opinan los barcos sin regreso/ antes de comprender que nadie los espera" (pág. 97).
Publicado por Tusquets y Premio Nacional de la Crítica en 2003, "La intimidad de la serpiente" no está exento de una preocupación moral por las injusticias sociales que maltratan al grupo y hunden al sujeto en una clase de escepticismo ante la vida, que García Montero sublima desde la propia contemplación de la realidad y el paso del tiempo; unos milagros tan inasumibles como el hecho de escribir, pero de los que no nos podemos desprender y cuya evocación nos permite acceder a espacios desconocidos y de múltiples valencias semánticas: el fulgor por la vida, la rebeldía ante el hastío, el dolor de las ausencias, el ocultamiento del sujeto cuando se dispone a leer: "No conciben heridas./ Será porque recuerdan/ la pureza metálica del justo/ que agita su sermón/ más allá de las dudas y de las decisiones,/ clamando contra el filo de los sueños,/ contra la incertidumbre,/ sin asumir ninguna/ responsabilidad en la quietud,/ con su orden de muerte y de injusticia." (págs. 59-60).

Resultado de imagen de la intimidad de la serpiente
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domingo, 25 de junio de 2017

Los últimos años de la magia convierte la fantasía en un relato histórico





Portada de Los últimos años de la magia./ Planeta libros




Premio Minotauro 2016, la novela de José Antonio Fideu es un tributo personal a lo fantástico como fuente de conocimiento.Un muchacho llamado Aurelius, sin más aspiraciones en la vida que regentar una taberna familiar, se encuentra casualmente con el mago Houdin que acaba de llegar a Londres.

A partir de ese encuentro, la realidad tal y como la conocía deja de existir para introducirse en otro mundo donde la diferencia entre verdad y ficción cada vez es más difusa. Creo que el autor maneja cuatro constantes muy interesantes en este relato que aportan solidez y verosimilitud a la trama, pese a ese componente sobrenatural que rezuma el argumento desde el primer momento que comenzamos a leer.
1) La novela de Fideu es una novela donde se mezcla el costumbrismo con una mitología propia de cuentos de hadas y leyendas artúricas; las lecturas que el autor ha hecho de la tradición española y británica subyacen en la propia elaboración del relato: Dickens y cierto regusto a El Buscón o al propio Lazarillo destacan en sus primeras páginas. Fideu logra así una atmósfera en la que el espacio circense, las callejuelas y las tabernas se convierten en un particular microcosmos en el que Aurelius sufre su mayor transformación vital. Estos ambientes zafios y lóbregos apuran esa necesidad de la ensoñación por parte del protagonista y del propio lector.
2) Hay una tendencia filmográfica en la narrativa de Fideu, pues el autor es minucioso en la descripción de los acciones. Se percata de los detalles, como si los personajes, en su mayor parte seres provenientes de lo mágico, necesitasen los cinco sentidos en plena ebullición para sobrevivir. Las descripciones se hilvanan con la textura narrativa, dejando al receptor la sensación de estar ante una obra trabajada, depurada y revisada una y otra vez para conseguir ese efecto en el que el ritmo resulta natural, pero que no lo es, sino que surge de una rigurosa selección del léxico y las estructuras expresivas.
3) La visión de la magia como un fenómeno que puede redimirte o condenarte . Esa es la clave de lectura en la que opera Fideu a lo largo de la narrativa. La alusión a Houdin, a Andersen o a Nikola Tesla nos revelan ese lado oscuro del misterio y lo sobrecogedor, pues, Fideu, parte del concepto de magia, no como un mero entretenimiento, sino como una forma de conocer, de amar, de desesperarse en la ambición por saber qué se oculta más allá de las certidumbres.
4) Fideu es un continuador de una tradición literaria que, en este país, ha tenido numerosos altibajos. Seguramente, la aparición de Olvidado Rey Gudú, de Ana María Matute, y la incorporación de voces como la de Laura Gallego parecen haber rescatado de lo proscrito a este género. La obra de Fideu contribuye sin duda a esa progresión de lo fantástico en nuestro país, aportando una atractiva mezcolanza entre ficción e historia como análisis de un tiempo concreto, en este caso, el siglo XIX.
Son estas características y la construcción de tramas paralelas a la principal las que aportan esa visión coral a la obra con gran cantidad de personajes que, como si se tratara de un invisible laberinto, conviven, pelean, dialogan y se reencuentran continuamente. Ese regusto al Opus Nigrum, de Yourcenar, parece avivar esa percepción mística de la magia, rescatando del anonimato y de la inmundicia a un muchacho que se verá envuelto en una serie de aventuras; un rito iniciático con el que ha de explorar los misterios se alojan más allá de lo corriente y lo previsible.
"Los días siguieron consumiéndose sin que la oscuridad acudiera con demanda alguna, de tal forma que no tardaron en recuperar la esperanza. De vez en cuando, el dragón asomaba la cabeza, o se alzaba sobre las olas para volver a zambullirse junto a ellos. En un par o tres de ocasiones llegó incluso a desplegar sus alas y saltó mostrándose extrañamente contento. Incapaz de apartar la vista de aquel espectáculo asombroso, Aurelius se preguntó cómo habría logrado ocultarlo maese Caliban. La palabra enorme se quedaba pequeña para describir la colosal majestad de aquel ser". (pág. 271)
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domingo, 18 de junio de 2017

El mercado de la memoria, una novela de frontera, de Enrique Sacerio-Garí

Portada de El mercado de la memoria/ Endymión



El título ya es una clase de revelación y, sin duda, el argumento de esta novela de Enrique Sacerio-Garí profundiza en el desenmascaramiento de la mayor de las manipulaciones mercantilistas: el propio conocimiento de la Historia.
Lo que comprobamos en esta novela, publicada en Endymión, es un análisis riguroso y pormenorizado de la evolución política cubana a lo largo del último siglo. La ficción se convierte en una clase de pacto comunicativo, lleno de certidumbre y de estudio, en el que el lector indaga no solo en la biografía de una serie de personajes, sino también en un conocimiento de las claves que definen la evolución histórica y cultural de una comunidad que vive continuamente en la paradoja del nacionalismo y el exilio.
Todas las biografías de los personajes de esta novela giran en torno al Instituto San Carlos, fundado por exiliados cubanos en 1871 como un centro educacional y patriótico, claro ejemplo del alcance de la manipulación de los datos históricos, de las consecuencias sociales que conlleva un pensamiento monolítico, por intereses lucrativos y corruptelas, alrededor de un conflicto político y cultural como es el exilio y los exiliados de Cuba en Estados Unidos.
Sin duda, podemos calificar esta novela dentro de ese atrayente y revelador género de la novela de frontera, un análisis del bien y del mal a través de dos espacios, a través de una confluencia en la que Estados Unidos y Cuba se convierten en escenarios geográficos y políticos que elevan y someten a sus personajes. La frontera no es solo la geografía, sino esa frontera moral en la que viven los personajes, relegados a moverse continuamente bajo la sospecha y el recelo, presionados por sus propios conflictos internos como consecuencia de su posicionamiento ante el régimen cubano.
 Recuerdo todavía una ponencia que tuve que preparar hace unos años sobre la obra de Reinaldo Arenas, escritor irreverente y magnífico que tuvo que exiliarse una vez que la dictadura de Fidel echó raíces, y he sentido ese mismo sobrecogimiento al leer la obra de Sacerio-Garí, la voz narrativa que surge por la necesidad de hacer visible lo que mediáticamente e históricamente conviene que permanezca invisible, especialmente en estos momentos de aparente apertura en Cuba.
Los personajes masculinos, pero especialmente los femeninos, son víctimas de la persecución del pasado, de la mentira, de un trauma inyectado en sangre, que se hereda de generación en generación, un estigma que los doblega y los conduce a su elevación o a un definitivo hundimiento a lo largo de la novela.
Dentro de esa insurgencia que representa el enfoque crítico del relato hacia la malversación de datos con fines políticos, la heterodoxia de discursos también es otra de las cualidades de esta novela marco: documentos históricos, textos expositivos, narraciones costumbristas y un lirismo evidente en las descripciones contribuyen a que esta novela coral transcienda la propia verosimilitud de ese pacto comunicativo del que hablábamos, para convertirse en testimonio, en una clase de protesta verídica, no verosímil, por la memoria de los exiliados,de los invisibles exiliados. 

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martes, 13 de junio de 2017

Las avenidas de la muerte, de Ramón Bascuñana, poemas de una infeliz nostalgia

Tomo café con el poeta oriolano. Hablamos de lo divino y de lo humano, de lo mal que está el negocio editorial también. Me entrega su poemario de 2003, Las avenidas de la muerte, Premio de Poesía Julio Tovar y publicado por el Ayuntamiento de Santa Cruz de Tenerife. Después de unos días, comienzo a leerlo y me sobrecoge la agudeza y la inteligencia técnicas de este libro a la hora de evocar situaciones cotidianas que todos alguna vez hemos vivido y que nos involucran en una misteriosa composición de la vida a través de los recuerdos.

  Misteriosa composición basada en el pesimismo de no haber escogido la vida que se quería y al mismo tiempo basada en la aceptación de la vida que le ha tocado vivir, donde el poeta extrae sus momentos trágicos y otros que reivindica como dichosos y eufóricos: "(...) pero a pesar de todo me he comprado un coche/ nuevo y un mapa de carreteras para viajar/ por el país quizás si busco bien pueda encontrar/ en algún cruce de caminos al ángel triste/ que vigila el fracaso de mis sueños perdidos" (pág. 31).
 Estos poemas son trazos biográficos que miran al futuro con escepticismo, pues el pasado se ha volatilizado y solamente quedan impresiones anodinas y un sustrato de infelicidad que obliga al creador a defenderse en la escritura de esos miedos que lo atenazan, como si la virulencia de lo antaño pudiera repetirse en el presente: "(...) he vivido una vida que no elegí/ he pagado deudas que no contraje/ he soñado sueños que no recuerdo/ he viajado por mundos que no existen/ he matado gente que no conocí/ he escrito versos que no recuerdo (...) (pág. 28).
 Hace tiempo que un libro de poemas no me emocionaba tanto por esa sensación de acabamiento, de revelación cuando la infancia y la juventud se convierten en tiempos de desengaño ante una vida que nos espera con imprevisibles derroteros, pero que Bascuñana advierte como una repetición de los acontecimientos ya vividos. Quizá sea esa combinación de realismo y belleza formal la que nos adentra en esa paradoja, atrayente, iluminadora, donde la felicidad o la infelicidad son relativas, pues lo verdaderamente importante es resistir en esas avenidas de la muerte: "(...) vivimos en habitaciones separadas/ tú habitas en la luna/ yo habito en la certeza" (pág. 45).

Las avenidas de la muerte, de Ramón Bascuñana/ MGP
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lunes, 5 de junio de 2017

Criando ratas, una película de Carlos Salado sobre la decadencia y la derrota

  Más que recomendable para proyectar en algunas clases de instituto, Criando ratas es una película de Carlos Salado que rescata ese cine neoquinqui de los ochenta.
 Ambientada en algunos barrios de Alicante, la película muestra con un notable realismo el hundimiento moral y económico de algunas comunidades humanas como consecuencia de toda una sólida estructura de vasallaje en torno a la droga, la prostitución y el robo.
 Nadie puede ver esta película como se ve una obra de Haneke. La falta de presupuesto y las dificultades de rodaje hacen de esta cinta una narración con más de una incongruencia, con saltos temporales que despistan al espectador. Pero se le perdona, porque lo bueno es su capacidad hipnótica, su retrato sufriente e intimista que vemos en personajes hechos con una crudeza admirable, valga la antítesis.
 Los actores lo bordan en algunos momentos pese a ser gentes anónimas y sin recorrido artístico; algunos provienen de la marginación. Salado hace visible lo invisible, pone encima de la mesa la depresiva realidad social en la que se sumergen cientos de familias que parecen inexistentes, sacadas de otro tiempo, de otro lugar que damos por borrado, pero no. Lo que muestra Criando ratas existe todavía y la película denuncia la inacción política,educativa y jurídica ante problemas sociales que acaban devorando a víctimas y verdugos. El presentismo como forma de supervivencia conduce a eso, a lo efímero, a la caducidad instantánea, a morir joven, a encontrar en el trapicheo y en la extorsión maneras de resistir mientras otros miramos a otro lado. Triste.

                                 Criando ratas. / ABC
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Un poemario publicado por Chamán Ediciones: El libro blanco, de Augusto Rodríguez

 Me sumerjo en El libro blanco. Estoy en Madrid, concretamente en un Starbucks de Callao. Leo este libro del tirón y vuelvo a algunos textos que me han parecido sobresalientes. La obra de Augusto Rodríguez es una memoria biográfica del dolor ante la ausencia. El poeta descubre en el cáncer de su padre el sentido de esa sinrazón que es el propio desarrollo de la vida; la mortalidad y la agonía se nos revelan como espacios de conocimiento y de motivación hacia la escritura: "Abriremos un bosque nuevo con el impulso claro y desafiante de las palabras. El diálogo tiene que ser un puente entre el cerebro y la fantasía" (pág. 83).

 Chamán Ediciones apuesta por la obra de un autor que se maneja notablemente en la prosa poética, en el verso y en el aforismo, un autor que es hábil a la hora de indagar en uno de los tabúes de nuestra sociedad y que no es otro que el miedo a morir y el miedo a contemplar los nefastos efectos de una enfermedad en una persona que fue importante para nosotros: "Todo lo que conocemos se está volviendo polvo y azufre. Lo que sientes en tu corazón ya no lo sentirás más" (pág. 125).
 Hipérboles y visiones estremecedoras contribuyen a ese carácter fractal del libro en el que Augusto Rodríguez reconoce que el lenguaje es inefable, que su origen está reñido con la incapacidad para nombrar aquello con que la propia naturaleza nos escarmienta. La enfermedad es una forma de escribir los recuerdos, de olvidar lo malo, lo que parece ajeno, pero que está unido a nosotros a través de la savia, la sangre, el gen.
 Escribir y enfermar se abrazan en este Libro blanco como única posibilidad de escape, de liberación ante la incomprensión de por qué vivimos y de por qué hemos de morir: "Tal vez seremos la escritura rebelde que el agua no se lleva. O tal vez estemos condenados para siempre, a vivir como enfermos entre las cuatro paredes de este mundo". (pág. 73) Y, pese a esa condena, Callao no cesa.

                               Portada de El libro blanco/ Chamán                 
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domingo, 4 de junio de 2017

José Herrero, músico: "La experiencia te va moldeando como un trozo de arcilla"





                              José Herrero. / J.H


José Herrero es un joven artista que comenzó hace unos años la aventura que emprenden muchos jóvenes, labrarse un camino en la música desde cero. Existe una generación de cantantes y músicos que trabajan incansablemente todos los días en tener un espacio dentro del complejo mundo que es la producción músical. Redes sociales, conciertos en pequeños locales, vídeos subidos a Youtube y maquetas son algunas de esas formas de promoción y publicidad que José Herrero busca para dar a conocer sus canciones. Este artista de Orihuela, en Alicante, forma parte de una generación que ha encontrado en las nuevas tecnologías y en los directos una manera de transmitir sus pensamientos y emociones. La virtud de Herrero es esa combinación de lirismo y crítica social dentro de un género tan multiforme como el pop.

Canciones como "Rapaces de ciudad" "Víveme" o "Al final de la noche" tienen esa esencia reconocible del pop, pero afincada en una clase de improvisación natural que consigue esa interesante combinación de previsión y espontaneidad que a veces se echa de menos en muchos artistas. A continuación, José Herrero nos habla sobre todos estos aspectos en la siguiente entrevista. 
– ¿En qué momento decides comenzar a componer? ¿Cómo son tus inicios en esta vocación artística?
– Antes de llegar a Madrid jugaba a escribir canciones y cantarlas con amigos que tocaban. Cuando me mudé a Madrid, en septiembre de 2008, empecé a vivir con una amiga, que también es compositora y tenía un piano en casa. Recuerdo sentarme al piano a penas sabiendo dar algún acorde y, después de algunos días, nació “Noviembre” ante la necesidad de contar mis primeras experiencias en la capital, amores, autobuses y mucho frío fueron mis primeros recuerdos sensoriales. Pero no fue hasta unos años después, tras la ruptura de una relación bastante tóxica que agarré mi piano y encontré en las canciones la forma de conectar conmigo y recuperar mi identidad. En esas primeras canciones quería transmitir a los demás la posibilidad y la fuerza para dar un giro a sus vidas. Podemos perdernos para aprender y volver a encontrarnos. Permitirnos vivir para continuar en la búsqueda… Fue mi mejor terapia y mi motor de arranque con la composición. Desde entonces no he dejado de hacer canciones.
– Observo en las letras de tus canciones, una tendencia al pop muy clara, pero cuidando el lirismo en tus letras, es decir, le das una gran importancia a las letras.
–Desde mi punto de vista el pop es un género muy amplio y abierto a cualquier tipo de letras… intento que los mensajes que quiero transmitir sean claros, pero también busco la belleza del lenguaje. Las emociones están dentro de uno mismo, solo hay que dejarlas salir y que se expresen.
– ¿Hasta qué punto consideras que el término “cantautor” puede ser un acierto o un desacierto a la hora de definirte como músico?
Depende de cómo apliques el término. Obviamente escribo y canto mis canciones, con lo cual soy autor de lo que canto, pero no me siento identificado dentro del género musical a lo que solemos entender como cantautor. Es cierto que, cuando toco solo a piano y voz, que ha sido el formato con el que más conciertos he dado, todo suena más a cantautor, pero la perspectiva cambia bajo la producción musical que es al punto al que quiero llevar todas mis canciones.
– ¿Qué influencias tiene tu manera de hacer música?
– Mis principales influencias son mis experiencias. Más que influencias son las motivaciones que me llevan a expresarme musicalmente. Nunca he buscado hacer un estilo de música concreto ni seguir modas. El estímulo llega de fuera, otras veces de la (auto)observación. Me quema desde el estómago, mi corazón lo traduce en emociones y mi garganta lo golpea hacia afuera, apoyado por el piano.
– ¿Hasta qué punto la experiencia y una conciencia crítica y social determinan algunos de tus temas?
– La experiencia te define, te va moldeando como un trozo de arcilla en el tiempo. Cada día doy gracias a la energía que me ha llevado a vivir como vivo y las experiencias que me han ofrecido mis circunstancias de vida, a veces las provoco, otras llegan solas. Podría haberme quedado en casa y optar por una vida “más fácil” pero no más feliz para lo que yo entiendo como vivir. No pretendo hacer una crítica social en algunas de mis canciones, aunque a veces lo haga inconscientemente. Me doy por satisfecho si alguno de mis temas puede ayudar a cualquier persona a ahondar en sus emociones y pensamientos y a deshacer algún nudo emocional, a poner en palabras lo que pasa por sus corazones, ya sea por una cuestión emocional o vital.
– La siguiente pregunta es más que necesaria. ¿Crees que el CD es un formato acabado? ¿Crees que las nuevas plataformas digitales son una manera adecuada de difusión y promoción musical?
– Me parece muy romántico el formato CD o el vinilo, pero se venden muy pocos discos. Cuando te gusta mucho un artista, tener un CD es como tener un trocito de él o ella, pero a día de hoy tenemos acceso inmediato a toda la música del mundo, ya sea comprándola en un segundo a través de internet o escuchándola al instante en plataformas como Spotify. Me parece mucho más útil como artista emergente darme a conocer a través de plataformas digitales y redes sociales.

> Página Oficial Facebook: http://www.facebook.com/HerreroOficial > Videoclip Rapaces de Ciudad: https://www.youtube.com/watch?v=6o8pGHIkLwE > Instagram: @jherrerooficial > Twitter: https://twitter.com/JoseHerrero_
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jueves, 1 de junio de 2017

Acero en los labios, de Isabel Marina, un poemario sobre el dolor de la escritura

Acero en los labios, publicado por Ediciones Camelot, es un poemario en el que Isabel Marina escribe con intención de mostrarse. La autora no esconde la crudeza con la que percibe lo traumático que significa la propia existencia.
Una violencia soterrada a través de imágenes apocalípticas se enfrenta a una contenida expresión de símbolos que elevan sus versos a una necesaria síntesis conceptual. Pese al uso de estos símbolos, pese a un manejo talentoso y maduro de los mismos, sobrecoge la esencialidad de algunos versos que muestran una visión dura y realista de la vida, pues exhiben con franqueza, aunque la franqueza resulte un hecho paradójico al hablar del fenómeno poético, el dolor y el miedo como experiencias inherentes a la escritura.
Y, entonces,
comprendemos
que estamos solos,
paranoicamente solos,
aferrados a esta radio,
a estos temores que nos fingen,
a este dolor agusanado. (pág. 21)
En el poemario, encuentro la sutilidad de una escritura meditada, un aprendizaje basado en la lectura de diversas corrientes donde destaca un tono posromántico que se acomoda a esa percepción nostálgica, al mismo tiempo que intranquila y feroz, de una realidad que defrauda. Lo llamativo del conjunto es ese contraste de la belleza de algunas imágenes con la dureza de los sentimientos que se expresan. 
Desgasta este sol mucho antes de ser ancianos,
nos sobrecoge el hastío en noches de fiesta,
y nos damos la espalda, desvanecidos,
como fósiles tallados en ámbar. (pág.43)
Ese tono juanramoniano prende en esa concepción de la soledad como un acabamiento, pero también como una manera de estar en el mundo, una manera de explorar los límites de la escritura, de darle una horma al dolor de vivir en la convicción de que la felicidad no es duradera, sino más bien un encantamiento para presentir la demora o la precipitación de la muerte.
Se agigantan temores,
inquietud de siglos rotos,
siniestra luz pálida.

Insensibles cuerpos vencidos
con nieve en las entrañas. (pág. 32)
Otra de las características del poemario es la concisión. Isabel Marina conoce el oficio y sabe que el ornamento y los retoricismos perjudican la expresividad y el contenido de lo poético. Por esa razón, el libro, pese a la gravedad de lo que subyace en cada verso, se caracteriza por el don de la levedad con el que el lector asume ese mensaje de desasosiego ante lo inexplicable de la muerte, ante el abandono que causa el hecho de meditarla.
La poesía como purgación vuelve a comulgar con una voz que alberga una verdad indisoluble: los signos no pueden explicar el porvenir, pero al menos sí describirlo.
Moldes de nuestro cuerpo
surcan el río caníbal,
impresiones lacerantes,
desórdenes internos.
Las palabras son la lluvia
que nos quema por dentro.
Cercados por sombras inútiles,
borrachos de miedo. (pág.47)


Acero en los labios./ Ediciones Camelot
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