jueves, 25 de mayo de 2017

Hilos: sugerencias para una lectura de un poemario de Chantal Maillard

Me sobrecoge la poesía de Maillard. Siempre lo ha hecho. La autora tiene esa capacidad para manejar el lenguaje con la intención de crear espacios de incertidumbre a través de una selección léxica en la que los versos son una máscara de lo secreto, de lo oculto.

Este razonamiento que parece una indiscutible generalidad del fenómeno poético está explícito en Maillard. El hecho de reflexionar sobre la escritura, al mismo tiempo que se experimenta sobre la soledad que mutila el presente y el futuro, es una forma de introspección donde el espacio y el tiempo no existen, salvo en el propio acto de escribir: "El cuello, sí, ahí, el cansancio. La mano en el muslo, por fin, sin saber cómo" (pág. 59).
Hilos seguido de Cual, publicado en Tusquets, en 2007, es adentrarse en el silencio de los actos que nos convierten en eremitas dentro de nuestros propios recuerdos, vivir en la palabra y no poder escapar de ella, esperar a alguien que no conocemos, pero cuya llegada es inminente, sentir la amenaza de un sosiego que es similar a la extinción: "Pero ha pasado el tiempo, ya nada es importante, sólo el aire, tres sílabas apenas, en la página".( 139)
Hilos llega a poseerte. Porque su sintaxis es inherente al misterio, pues ocurre que es el silencio, las elipsis, las transiciones entre un verso y otro, aquello que provoca el estremecimiento, ese agradecido naufragio de imaginar que los sentimientos están por descubrir, por elevarnos: "Digo nostalgia y cruje la arenisca en los cristales de Damasco. Digo nostalgia y amanece. Cf. En Damasco. Una daga de sol, atravesando la cortina mal cerrada. Digo y recupero, por eso escribo cf. Algo miente, la escritura o el recuerdo de lo escrito" (pág. 63).

                                 Chantal Maillard./ blogdelesllobes.wordpress.com
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martes, 23 de mayo de 2017

Página en construcción, de Luis Bagué Quílez: un poemario sobre la creación

  Quería conocer la escritura de Luis Bagué.
  Un poeta al que estimo mucho, Joaquín Juan Penalva, me recomendó que leyera Página en construcción, XXV Premio Unicaja de Poesía, editado por Visor. Sin duda, algo válido para el análisis de otros libros de poesía como es conocer y reconocer en la poesía las influencias del autor, sin otro fin que esclarecer asuntos de los versos, resulta inútil en el caso de Baqué, porque Página en construcción es un crisol de múltiples corrientes y de voces estéticas que el propio autor reconduce hacia un lenguaje propio, replegado en sí mismo, con unas referencias metaliterarias donde la vida es simulación de la propia escritura, de los géneros, de sus estructuras lingüísticas: "Nunca olvides cómo se representa una tragedia, el ovillo invisible de la fábula, el ojo del destino mirando el porvenir desde la cerradura, (...) (pág. 15).
  Página en construcción es un cuaderno de bitácora donde el autor reflexiona sobre acontecimientos universales a partir de experiencias personales; la razón o la sinrazón de la pérdida, la incertidumbre ante un futuro que se mira ya con nostalgia antes de que suceda y la sensación de extravío ante un presente que se diluye, sin que podamos hacer nada, son algunos de los motivos que mueven a este creador a identificarse en los versos, a construirse desde el único asidero que le queda, los signos: "El ritmo también es un idioma, un lenguaje de pasos que se acercan, el ruido de una copa de cristal y una huella de luz cautivada en la sombra de un zapato" (pág. 38).
  Al mismo tiempo que Bagué reconstruye su vida desde lo cotidiano, es evidente su rechazo al consumismo y al automatismo que describen muchas de nuestras rutinas y que, en el poema, nos involucran en una especie de sub-texto donde la nostalgia, la incertidumbre del futuro y cierto grado de escepticismo ante los dogmas que nos gobiernan se convierten en temas recurrentes: "En días quisiéramos tomar las calles por sorpresa y atravesar las horas a traición, igual que los pasillos de los supermercados, entre flores de plástico, canciones en rebajas y el saldo del desprecio repasando la lista de la compra" (pág. 33).
Los referentes culturales del cine y de la propia literatura aparecen como una manera de definir la escritura, una escritura que condena la mentira de los espejismos de la posmodernidad, el vacío de los dogmas, la cultura contemporánea vivida desde una concepción apocalíptica, muy lejos de la euforia o del asombro: "Hemos visto las calles sin estatuas, las estatuas sin ley ni gravedad, bibliotecas sin libros, árboles despoblados.Mira el televisor, mira la vida y dime si es verdad que el futuro no tiene porvenir (págs. 26-27).

                                               Página en construcción./ Visor  
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lunes, 22 de mayo de 2017

Derek Walcott: una imagen imborrable, un verso que prende en la memoria

No me quiero. Miro en el espejo del ascensor mientras desciendo a la rutinaria cadena de acontecimientos. Los imprevisibles son ya demasiado previsibles. Miro en el espejo y no soy yo. Ni ese otro hombre que escribe por temor al tedio y a la insoportable levedad de un café descafeinado. Hay que tener huevos. Un café descafeinado por la mañana es un tributo a la pereza y a los narcóticos.
Se me ocurre un verso que nunca escribió Derek Walcott: " La niebla se extiende hasta tus manos o nace de ellas". Un verso malo, nada que ver con ese barroco sutil de: "¿Por qué estos versos duermen cual sol enrejado en un césped que enjaula ufana paloma?". Es un verso que ha traducido Luis Ingelmo y emociona, aunque el barroco no sea sutil, aunque el mundo se incendie un día más por el hastío y por las máquinas de comida rápida.
Un verso construye el mundo. Un verso comienza con un verso. La lengua es otro lugar, inmediato, lejano. Derek Walcott no toma café descafeinado.
Háblame de luces y de esas leyes que te impiden expresarte como un hombre corriente, querido Derek.

                    Obra de Erwin Olaf./ ba-reps.com/
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domingo, 21 de mayo de 2017

El grupo musical Radiohead fascina con su espléndido trabajo, A moon shaped pool

  Hay grupos que son increíbles. Sencillamente increíbles. A moon shaped pool vuelve a reconciliarnos con la vida. Es lo que define mi relación con este grupo. Me reconcilia con la vida. Me sumerge en esa serenidad inquieta que tiene el hecho de mirar a la existencia, a mi existencia, como un milagro que no volverá a repetirse.
  Lo bueno de Radiohead es que es auténtico y que todos sus discos son un género literario. Van más allá de la música porque su genialidad es visual y lírica. Este trabajo de 2016 no renuncia al espíritu de Radiohead, a su fascinación por la atonalidad, a su virtuosismo de guitarras y teclado, a los coros, a las disonancias de su cantante emblemático, a esa sensación continua de improvisación, pero que, según pasan los minutos, descubres que no existe.
  Todo eso es Radiohead, y esa balada final que te vacía completamente: True Love waits. El disco merece la pena solo por esa canción final, y por el inicio trepidante de Burn The Witch. 
  A veces, es necesario confiar en un clásico para reconciliarte con este mundo de mierda.

                                    A Moon Shaped Pool, de Radiohead./ Wikipedia
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PJ Harvey y Stories from the city, stories from the sea: un disco para recordar

 Aún recuerdo las revistas calificando a PJ Harvey con toda clase de nomenclaturas y subgéneros. Daba miedo y asco al mismo tiempo. Recuerdo que, por finales de los noventa, cualquier disco de Oasis o de Blur inauguraba un nuevo estilo y una nueva categoría. Y eso era insoportable. No hablemos de Radiohead o de Pulp, y de tantos otros.Aquella gente solo hizo lo que tenía que hacer, buena música,muy buena música, dentro de la horma inabarcable del pop.

 Anoche volví a Stories from the city, stories from the sea, de la Harvey, y me siguió pareciendo un disco sencillamente genial. Un disco limpio, con los matices suficientes para ubicar a la Harvey en los párametros del rock y, en ese desafío constante contra el machacón y edulcorado pop de los ochenta.
 Siempre hay algo nuevo en este disco, aunque resuene en su sustrato algo de Patti Smith o de los Ramones como en el tema "Good Fortune". Ese final con "We float" es colosal, una invitación a desaparecer del mundo y de ti mismo al más puro estilo de Thom Yorke y su banda.
 Lo que hace de PJ Harvey un ser tan genuino es que, como en los grandes, la fusión no suena a fusión, sino a lenguaje propio, a marca, a golpe en la mesa. Una fuerte carga emocional y un lirismo simple, pero rabioso, se unen en esta tendencia del disco a la ensoñación, a sumergirnos en desiertos urbanos en plena noche o a mirar al horizonte como si el mar fuese una loma en la que poder perderse para siempre sin nadie, salvo con esa mochila de sentimientos que revive uno cuando escucha, después de los años, cada tema.

                   Image result for pj. harvey
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Warpaint, música que fusiona toda clase de estilos para crear la melancolía

  Escucho Heads up, del grupo Warpaint, y me sorprende gratamente esa frescura y esa creación de atmósferas donde lo inquietante y lo monótono se combinan para lograr una clase de espacio sonoro en el que la imagen eufórica y colorista de conciertos en vivo y macroraves se combinan con cierta fragancia oscura y trágica.

  En la estética del grupo, hay una resonancia a la música disco de los noventa y que, sin embargo, se funde con un carácter transgresor que recuerda mucho a Cocteau Twins. Su disco es un ritual de baladas y música disco donde un tono fúnebre y significativamente nostálgico se acomoda a las letras que una voz coral seduce constantemente.
  Me gusta Warpaint porque, sin ser distinto, lo parece, porque me gusta esa música que tiene a la melancolía como forma de comunicación sin omitir una base disco que permite sumergirte en esa tendencia homogeneizadora de convertir cada melodía de tu vida en una misma banda sonora. ¿Qué salva a este grupo? Su vínculo con el pop y su rigor fúnebre, apagado, a la hora de cantar. Una buena propuesta, sin duda.

                              Image result for warpaint
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sábado, 20 de mayo de 2017

Las chicas de Seattle asedian nuestros perfiles de Facebook todos los días

  Las chicas de Seattle ivanden mi perfil de Facebook todos los días. Son mozas devotas de la silicona y del Dr. Frankestein. Algunas se hacen fotos sexys en su gimnasio, con más boca que cuerpo, como si fuese verdad que existiese la barbie choni o la choni barbie. Me gustan que me pidan solicitud de amistad, porque son las chicas de Seattle las que me hacen soñar con que hay un mañana. Seattle, Seattle,... una Atlántida americana donde solo germinan estos bellezones de plástico y escay, y cuyas fotos llenan Face y que me dicen que aún soy un hombre apetecible.

  Yo no conozco Seattle, pero debe ser algo parecido como al pueblo de los malditos: genes para rubios correctos, de facciones armónicas y ojos claros. No sé qué buscan estas chicas en mí porque yo no tengo ni dinero, ni fama, ni me parezco a Mario Casas. Espero que no busquen lo que esas niñas preciosas del Pueblo de los Malditos o esas amazonas vampíricas que Tarantino y Robert Rodríguez nos sirven en bandeja para que caigamos en la siniestra seducción del pecado capital que más dinero da a Brazzers, la lujuria.
 Pero son las chicas de Seattle las que me hacen soñar con que aún puedo decir "no" a mujeres que luchan por su podio en la mansión Playboy. Las chicas de Seattle hacen posible que yo pueda permitirme el lujo de decidir, por ejemplo, que no me apetece tener como amiga a una discípula de Melania y de las Monster High.
Seattle, te llevo en mi corazón.

                               Modelo de Guess
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Mantras para bailar, poemas de Álvaro Hernando para reconciliarse con la vida

Leo el libro que Álvaro me envía desde el otro lado del océano. Lo hago varias veces. Hay una sencillez en su lírica que me conmueve, pues cada poema se asume como una oración, como una canción popular donde la danza cobra todo el protagonismo.

El mantra de versos que se repiten y de palabras que enfatizan ese sentimiento de apego a la vida no oculta lo que también supone la existencia, de fatalidad y de cruel enfrentamiento a la dura ley que nos iguala a todos. La muerte está presente en esa danza como símbolo de un lenguaje universal, identificable y revelador.
Publicado por Pandora Lobo Estepario Productions (chicago), Mantras para bailar sorprende por esa obsesiva inclinación a buscar en el baile una forma de evadirse de la realidad o de pertenecer a ella con la idea de que no somos más que parte de un todo, de una sinfonía de acciones, de estímulos y percances que se involucran dentro de la evolución hipnótica y sin sentido del propio Universo: "Solo se baila animal./ Solo los animales bailan porque el baile es el previo al lenguaje. / Bailar es bestial, / es volverse ( volver a ser) bestias").
Arraiga en sus textos una necesidad por llegar a la esencia de las cosas, sin apenas retórica u ornamento, como si Hernando buscase en la sustancia, en los referentes del recuerdo y del presente, esa forma de estar en el mundo, reivindicando esa virtud dionisiaca que se aloja en el propio reconocimiento de los instintos. Esto último no significa, sin embargo, olvidar que los malos presagios, la enfermedad y la muerte también nos hacen humanos en su propia mismidad, sin tener que renunciar a la naturaleza en su vastedad, al baile de la tribu: “He rebuscado en mis bolsillos y he encontrado todas las notas de mi padre”.
El poemario persigue esa voluntad chamánica de recuperar la capacidad oral como forma de evocar el mundo y de comunicarse con el otro lado, con la otra orilla, con ese espacio indeterminado, oculto, secreto y revelador, al que la poesía, como la oración, solo conduce.
Enhorabuena, Álvaro.

                                              Portada de Mantras para bailar./ Facebook
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¿Qué es ser de izquierdas en este país? El ruido frente a la mayoría silenciosa

 Hay una izquierda en este país que no imita José Mota ni hace cameos en los programas del mismo humorista. Hay una izquierda en este país a la que no entrevista Bertín Osborne ni aparece en Twitter cagándose en los padres y en las madres de toreros que han muerto en la plaza o en mujeres que han sido corresponsales en El Vaticano.

 Hay una izquierda en este país que no vende libros en el FNAC sobre cómo ser de izquierdas y lo que mola. Hay una izquierda en este país que dice no serlo, que no pega voces en el Congreso, que no se olvida de la calle para recordar la cal viva o que no recorta de la Sanidad y de la Educación en su feudo autonómico para cumplir con el objetivo de déficit.
 Desde hace demasiado tiempo, la televisión y el consumismo han hecho que la izquierda sea más un logo que una actitud. No es mío, es algo que Naomi Klein y Bauman llevan denunciando antes de que a mí se me cayeran los dientes de leche.
 Hay una izquierda en este país que trabaja en los colegios y en los institutos públicos, haciendo lo que puede en las aulas con más de treinta alumnos por clase. Hay una izquierda que sube la persiana todos los días y hace todas las horas del mundo para llegar a fin de mes. Que paga lo que no está escrito en impuestos y en impuestos sobre los impuestos. Kafkiano.
 Hay una izquierda en este país que reivindica y protesta desde diversos periódicos digitales, no subvencionados. Hay una izquierda en este país que sufre el estrés de las urgencias en los hospitales y que sabe cada día lo que es que un paciente se te muera en la sala de operaciones. Hay una izquierda en este país formada por voluntarios (algunos van a misa y todo) que se dejan la piel en ONGs como ACNUR o Médicos sin fronteras, y de los que nadie sabe nada porque no son estrellas del rock and roll.
Dicen que hay una izquierda en este país que domina Twitter, Facebook y las teles, y Youtube, y el FNAC, pero esa izquierda tiene un encanto a derecha que otros muchos no tienen el lujo de permitirse, porque la vida los aplasta y deben luchar en silencio, sin carnet de partido, sin saber que son de izquierda, aunque algunos crean en Dios o no crean en nada. Ser de izquierdas no es ser estrella del rock and roll, ser de izquierdas es ser quizá uno más, y no salir tanto en la tele para que me imiten y me ofrezcan ser portada del Vanity Fair.
Ya somos mayores.

                                  Mao, de Andy Warhol./ guyhepner.com
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Las alas del avecedario nos adentra en la música de la poesía para niños

 Como si se tratara de una greguería ya en la descripción de su título, el poemario de Antonio Rubio, publicado por Kalandraka, Las alas del avecedario, es un juego continuo con el lenguaje y sus significados.

 Diferentes pájaros exóticos recrean una clase de paraíso artificial donde las ilustraciones de Rebeca Luciani enfatizan, desde técnicas mixtas, el color y la viveza de unas aves que recuerdan a las ilustraciones de los viejos álbumes y enciclopedias decimonónicos.
 El poemario, publicado por Faktoría K, de Kalandraka, tiene dos propiedades que destacaría; la necesidad del paraíso exótico como un lugar para desaparecer y los juegos de lenguaje. En el primer caso, la selección de aves en función de su inicial es lo que da pie a una ensoñación donde el colorismo más eufórico parece crear un mundo onírico dirigido a los niños, quienes parecen desenvolverse mejor en estas lides que los adultos: "El dodo es un pájaro algo bobo, que no sabía volar, aunque primo hermano fuera de la plumada paloma mensajera" (pág. 10).
 En segundo lugar, hay una intención por parte de Antonio Rubio de buscar en las bases del surrealismo y las vanguardias ese microcosmos que forma la propia concepción del lenguaje desde el divertimento. Rimas fáciles y otras no tan fáciles, inspiradas en la musicalidad y en la repetición, contribuyen a esa estructura de cancionero que presenta el libro: "Tortolica del amor, ave mística afamada, esposa en el Cancionero y en vuelo fatigada" (pág. 37).
 Como si se tratara de un bestiario, Rubio nos descubre leyendas acerca del origen de estos pájaros que se mezclan con una visión plástica de los mismos, pues son el exotismo y las palabras los que crean estos pequeños marcos geográficos y legendarios de cada una de estas aves: "Si lo escuchas al cantor y te prendas de su silbo, te obsequiará con un trino y otro trino y otro trino" (pág. 35).


                               Portada de Las alas del avecedario. / Kalandraka

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La cantante Katy Perry se corta el pelo y se produce un tsunami en Japón

  Leo en algunas páginas que Katy Perry se ha transformado, al menos en el exterior, como si fuese un Pokemon, digo yo. Katy Perry se ha cortado el pelo y, en las redes, detractores y fieles han montado la de María Santísima. Ni el Concilio de Nicea. Porque el debate sobre el corte de pelo de la Perry es algo así como discutir sobre el sexo de los ángeles. Y hay demasiada gente aburrida. Hay demasiada gente que, como yo, se dedica a hacer el chorra mientras el mundo se enfrenta a una nueva recesión económica y a una nueva Guerra Fría, pero el capitalismo puede con todo.

  No me extrañaría nada ver en algún nuevo vídeo de la Perry a Putin y a Trump, porque, Dios, a veces, cuando uno revisa los acontecimientos que están sucediendo en este diablo mundo, uno tiene la sensación de estar dentro de una partida del GTA o en un episodio de Friends.
  Que Katy Perry se haya depilado la cabeza no tiene nada de interesante, pero es eso lo que atrae. Lo banal mueve el mundo, lo insustancial genera el debate y la polémica, y enciende los foros, y bloquea los likes y los dislikes. Porque estamos ante un nuevo milenarismo. La diferencia es que el Apocalipsis ya se produjo cuando cambiaron los planes educativos y alguien inventó una cosa que se llama Gran Hermano. A mí la Perry me gusta de todas las maneras, aunque su último disco está lejos de lo que yo esperaba de la nueva Madonna.
  A todo esto, ¿qué opinará Puigdemont del nuevo corte de pelo de mi Katy?

                              Image result for katy perry
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jueves, 18 de mayo de 2017

Dos institutos alicantinos intercambian experiencias educativas con Chicago

Como todos los años, el IES. Tháder de Orihuela, en colaboración con otros centros de la localidad de Orihuela (Alicante) como el IES. Gabriel Miró, ha llevado a cabo intercambios de profesores y alumnos con el centro ,GBS, Glenview, Illinois.

Esta serie de intercambios favorecen las relaciones culturales y sociales entre Estados Unidos y España a nivel educativo, ayudando así a una notable mejora del nivel de inglés de los alumnos. En esta ocasión, han sido los alumnos americanos los que han visitado la ciudad de Orihuela descubriendo sus rincones históricos y la proyección cultural del poeta Miguel Hernández.
Esta clase de iniciativas corrobora la motivación y el interés de gran parte de la escuela pública por hacer posible que la formación vaya más allá de las aulas. La participación voluntaria en esta colmena de trabajo facilita el acercamiento entre culturas a corto y a largo plazo.

                                       Encuentro entre alumnos de Orihuela y Chicago./ Hipólito
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miércoles, 17 de mayo de 2017

Ante todo no hagas daño es un libro que conmueve y nos sobrepasa por su temática

 Leo "Ante todo no hagas daño", un libro sobre las experiencias médicas del neurocirujano Henry Marsh y me sobrecoge el testimonio, no por su dureza, sino por el realismo con el que está descrita su relación con los pacientes a los que debe operar a vida o muerte. Un realismo, que no está exento de sensibilidad, nos pone delante de la sombra de nuestro futuro.

                                Henry Marsh, neurocirujano./ BBC
 Los fracasos y los éxitos del neurocirujano se detallan desde una sincera confesión en la que vislumbramos que no todo es posible desde la Medicina, que la enfermedad a veces sobrepasa a la técnica y a los conocimientos.
 Lo que más me emociona de este libro, publicado en Salamandra, es la percepción de Marsh sobre la vida, donde nada queda por hacer, salvo vivir el presente, donde su ejercicio de la Medicina tiene sus riesgos y especialmente en el caso de la Neurocirugía. Conmueve la muerte de muchos de sus pacientes con los que logra empatizar, pero de los que también logra distanciarse con la suficiente inteligencia para que el error o el diagnóstico fatal no le afecten. Pero la muerte de un paciente siempre condiciona la operación del siguiente y la percepción de la propia existencia.
 Se trata de una obra que irremediablemente te obliga a temer tu propia muerte, a reflexionar sobre algo tan cierto y tan estúpido como que nuestros días están contados, pero también es un canto al carpe diem, como no podría ser de otro modo.
 "Nos reímos juntos durante un buen rato. Cuando la había conocido, sus ojos habían perdido el brillo debido a los muchos calmantes que se veía obligada a tomar, y, cuando intentaba hablar, el dolor atroz que sentía la contraía toda la cara. Pensé que ahora se veía radiante y guapísima. Se levantó para marcharse y fue hacia la puerta, pero entonces dio media vuelta y me dio un beso" (pág. 342).


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El modelo bilingüe en institutos puede ser un nuevo fracaso en educación

Hablo con muchos compañeros docentes que tienen también el B2 de Inglés y, al igual que yo, nos sentimos inseguros y sin capacidad para impartir una clase en ese idioma. La causa es simple: no sabemos inglés.

Las Consejerías, por mandato europeo, se han empeñado en crear un modelo bilingüe y plurilingüe dentro del sistema educativo, cuyos resultados están siendo confusos y, en algunos casos, extremadamente negativos para un importante número de estudios como el informe FEDEA.
Lo que está claro, desde la comunidad educativa, es que no se aprende un idioma, enseñando en la ESO Matemáticas o Física en inglés. Se aprende invirtiendo en horas de práctica de la lengua desde Infantil y Primaria, reduciendo ratios y ofertando plazas a nativos para clases de conversación.
En Educación, la lógica y el sentido común no funcionan. Porque está el currículo, el lobby de los libros de texto y las asesorías educativas, y los gurúes de la pedagogía que se dedican a malmeter en nuestra práctica diaria porque piensan que la ortografía se aprende con mapas conceptuales y la Química, abrazando árboles.
Lo que les voy a contar a continuación es lo que he visto yo como docente: llevo tres años en una academia con nativos y, al igual que mis compañeros, balbuceo en inglés y me hago entender, nada que ver con el manejo de un bilingüe de cuna o con una persona que haya vivido unos años en la patria de Shakespeare y del Brexit.
Nos hemos sacado el B2 como quien se saca el teórico del coche, sabiendo los trucos y repitiendo exámenes hasta la saciedad, no, lo siguiente.
En algunos colegios públicos y concertados de mi zona, los directores colocan el cartel de centro bilingüe cuando alguno de nosotros, pobres diablos, estamos capacitados para dar alguna optativa en el idioma, que, curiosamente suele ser Educación Física o Ciencias Naturales. En algunos institutos, los grupos bilingües han sido opcionales y han accedido los alumnos con mejor expediente, alumnos que sacan notables y sobresalientes aunque tengan una vaca delante de la pizarra todo el curso. Porque son los alumnos de Conservatorio, de clases extraescolares y de largos y grises veranos en Irlanda.
No voy a comentarles con qué tipo de estudiantes se encuentran algunos profesores en el resto de clases donde los alumnos "no han optado" a la enseñanza en inglés.
Pero lo importante es que seamos bilingües, aunque sea una patraña, otra mentira pedagógica que se suma a la pila que tenemos en alguna buhardilla del Ministerio mientras se privatiza cada vez más y muchos centros siguen teniendo a sus alumnos en aulas prefabricadas, con doce asignaturas en la ESO.
Una estampa muy bonita. Por cierto, aquellos docentes que hemos querido formarnos en inglés, Educación no nos ha pagado nada. Nuestra formación o pseudoformación nos ha costado setenta euros todos los meses.

                                       Keep calm and speak english. / Ruta Kaizen       
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Mentiras del star system televisivo: David Bustamante y Paula Echevarría

No voy a entrar en el amarillismo de esa ruptura que cantante y actriz protagonizaron la semana pasada.
No me interesa y siempre es jodido pasar por algo así, por mucho dinero que tengas. Lo que me produce una profunda decepción es esa imagen de felicidad perpetua que algunas parejas de famosos proyectan para rentabilizar sus marcas, sus franquicias y sus espectáculos, una vez que se han instalado en la comodidad del star system, aunque ellos no ya no controlen esa bola de nieve.
Me gustaba una pareja como la de Bustamante y Echevarría. Pegaban y mucho. Eran guapos, populares, muy jóvenes y con proyección, pero lo que no voy a perdonar al Olimpo es ese empeño mediático por ocultar la evidencia de un fracaso.
Pero esa es la naturaleza de la publicidad más primitiva y ortopédica, la subsistencia de la mentira con tal de vender desde un pintalabios hasta tu madre, la mía y la del otro. En algo se parece este romance venido a menos a esa producción americana de los estudios de Hollywood donde, desde hace siglos, los matrimonios de conveniencia llevan consigo una rentabilidad publicitaria enorme. Solo basta recordar aquel casamiento de Ava Gardner y Mickey Rooney o el último hundimiento de los Brangelina.
A lo que voy es que, sin quererlo seguramente, el matrimonio de Bustamante y Echevarría tiene mucho de ese cartón piedra hollywoodense. Y eso lo consigue ese soma, que no es otro que una vida de príncipes y princesas de cuento que todos necesitamos mamar para hacer más llevadera nuestra miserable existencia.
Ellos no tienen la culpa, supongo, pese a los ingresos de esa popularidad tan bien avenida a lo largo de los años, pero nosotros tampoco, porque nos creímos su historia de amor y compramos todo aquello que anunciaban para que nuestras parejas no se hundieran.
En ese fetichismo pusimos la esperanza de todo lo nuestro.

               Paula Echevarría y David Bustamante. / Instagram


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¿Qué ha sido de Diana Quer? Desaparecidos y olvidados

Sentí una particular atracción hacia el caso de Diana Quer, por muchas razones, entre ellas, el morbo que despertó en mí, al igual que en muchos de nosotros, aquellas luchas intestinas de la familia tras la desaparición de la joven.

Sabemos que el caso de Diana Quer no es el único y que las investigaciones policiales fracasan.
Que alguien pueda desaparecer de una forma tan inesperada y sin dejar apenas pistas irrita y te hunde al mismo tiempo.
La desaparición de Diana tenía todos los componentes de un melodrama y ese melodrama fue contado por distintos medios a diario, con su montaje de imágenes, con su música new age, con fotos de la joven al lado de sus amigos. Todo eso hizo que Diana Quer se convirtiera en un personaje de ficción en ocasiones, más que en un personaje de carne y hueso.
Las disensiones entre los padres ayudaron a la euforia de ese show que lentamente se fue apagando como lo hacen esas series televisivas americanas tipo Leftlovers o Twin Peaks.
Ahora, después de ocho meses, seguimos sin saber nada de la joven. Hoy esa desaparición ha dejado de tener ese cariz de melodrama y a mí el sobreseimiento de la causa me ha devuelto a la realidad, a esa realidad desgraciada, humilde y doliente de los desaparecidos. Diana Quer es uno más ahora. Volverán los montajes televisivos, las músicas tétricas, las fotos pixeladas, la firma infantil y redondeada de la muchacha.
Por un tiempo.
Será por un tiempo. Luego, desgraciadamente, Diana, será un desaparecido. Y lo que es peor, un olvidado.

                                  Diana Quer. / Mundiario
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martes, 16 de mayo de 2017

La ventana de Kenny es un libro para niños que reflexiona sobre la creatividad

Me gusta Sendak porque juega siempre en esa doble dimensión que tiene la buena escritura y que no es otra que la duplicidad de lo oficial y lo maldito.

Obras como "La ventana de Kenny", publicada por Kalandraka, es un libro que podemos leer como si se tratara de un cuento tradicional en el que un niño sueña con acontecimientos fantásticos y seres extraños, a los que interroga y de los que aprende toda clase de contenidos morales relacionados con la libertad o la generosidad, no exentos de un equilibrado lirismo.
Desde este punto de vista, la obra no se aleja de lo que puede ser una short story cultivada por cualquier escritor romántico. Sin embargo, la modernidad de Sendak radica precisamente en que sus fábulas transcienden esa lectura inicial para acabar convirtiéndose en una clase de reflexión sobre la propia creatividad del artista. Sucede así con esta obra, "La ventana de Kenny", donde un niño es capaz de soñar con aquellos objetos y animales que forman parte de su mundo propio y con los que conversa para descubrir simbólicamente lo que es el hecho de crecer.
Detrás de ese diálogo con su oso de peluche o con el soldado de plomo, subyace una visión de la realidad que es ajena a la racionalidad y a la lógica que nos otorgan nuestras leyes y costumbres.
La libertad, el viaje, la fuga y la necesidad de la amistad son motivos de creación de espacios únicos e intransferibles. En esa acción sentimos que nosotros somos Kenny y que, de alguna misteriosa forma, recordamos que el mundo también fue para nosotros un acontecimiento inédito y extraordinario.
Las palabras de Sendak refieren esa necesidad de crear para no caer en la monótona existencia, como si, en el desamparo y en la soledad del personaje, hubiese algo de dichoso y de mágico, una forma de inventar otras realidades y con eso basta para ser un poco más feliz.
"Estaba nevando y Kenny miraba cómo los grandes copos se derretían contra su ventana y descendían por el cristal convertidos en gotas tristes y alargadas. "Mi ventana está llorando", pensó Kenny. Ladeó la cabeza y miró al cielo. "Es curioso que si miro allá arriba la nieve parece sucia, y si miro aquí abajo, parece limpia."
- ¿Por qué hará eso? - preguntó en voz alta, pero no le contestó nadie". 



                                            La ventana de Kenny, de Maurice Sendak. / Kalandraka


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La inquietante forma de mirar a la existencia y al arte de Evelyn Bencicova

                                  Foto de Evelyn Bencicova/ www.evelynbencicova.com



Me sobrecoge la estética de esta artista que descubro a través de Internet. Desnudos, cuerpos grises, escenarios palaciegos en plena decadencia y una percepción perturbadora de lo humano nos advierten de esa inquieta manera de mirar al mundo.

Como si lo peor estuviese por suceder, como si la metamorfosis fuese un estado del alma, una transformación brutal, no exenta del dolor y del sacrificio que representa en la propia naturaleza y de la que Occidente parece estar anestesiada.
Foto de Evelyn Bencicova/ www.evelynbencicova.com
Bencicova consigue ese equilibrio entre el terror del deterioro físico y la pasión desmesurada por conocer quiénes son las identidades que hay detrás de esos seres mutilados, hacinados y que miran a la cámara como si nos mirásemos al espejo. Un reflejo de nuestro interior se manifiesta ante nuestros ojos, de ese interior del que queremos huir, del que no nos sentimos herederos, porque no nos podemos permitir el lujo de acatar nuestra debilidad, de resignarnos a la lenta consumición que supone el hecho de vivir.


Podría recurrir a la manida elucubración de las influencias, pero Bencicova no es solo Bacon ni Pollock, ni Hirst, sino también la propia Bencicova. Pese a su juventud, hay un lenguaje propio porque sus imágenes son inspiradoras y sugerentes. Y, cuando digo "inspiradoras y sugerentes", quiero decir que evocan recuerdos e ilusiones con las que cualquier artista puede empezar a trabajar bocetos de futuras creaciones. El temor que inoculan nos es familiar, incluso parece histórico, recurrente, pero hay algo que lo sobrepasa, y ese algo es lo inefable, lo excepcional, su afán de transgresión.


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Conociendo al músico Michael Kiwanuka




Comienza Cold little Heart y reconozco ese rasgo propio y auténtico que tienen los artistas que
tienen cosas que aportar a la música contemporánea. Hay soul, mucho, y esa esencia de pop matizado con algo de country y de blues. Me gustan los músicos que revisan a los clásicos para luego aportar lo suyo. Los estilos son difusos, pero la voz de Kiwanuka es de esas voces que enseguida calan, que te elevan o que te hunden en una melancólica visión de las cosas. 
Lo bueno de Kiwanuka es que su trabajo es heterodoxo, urbano y tribal. Al mismo tiempo es individual y coral para crear un efecto hipnótico en unas letras de fuerte lirismo.
Esa combinación de tersura y gravedad en temas como Father´s child o ´ll never love hacen que este disco te meta de lleno en esos paisajes urbanos donde fluyen las pequeñas historias, la intrahistoria de una América que habla sobre los vivos y los muertos, sobre los recuerdos rotos, sobre la sed de esperanza para sobrevivir.
Un descubrimiento este Kiwanuka que emociona desde la vibrante expresión de una voz curiosamente inédita.




Michael Kiwanuka./ New Vision
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Una puerta que nunca encontré o la soledad de un escritor llamado Thomas Wolfe

Mi compañera de instituto y escritora, Luisa Pastor, me prestó hace unos días "La puerta que nunca encontré", de Thomas Wolfe. Fascinada por su prosa poética, Luisa me dio la oportunidad de leer este libro que devoré en pocas horas.

"La puerta que nunca encontré" es una novela compuesta por fragmentos y reflexiones acerca de lo que significa la soledad como lastre y condena para un hombre que comprueba en la modernidad una clase de destrucción personal y colectiva a causa de varios motivos.
La violencia de la ciudad como un lugar hostil desde su concepción, la apariencia y la hipocresía de las clases dominantes y la inexorable desaparición de los seres queridos son algunos de esos motivos que sumergen al creador en una clase de apatía hacia el mundo que solamente destaca en la belleza del lenguaje que Wolfe, como si fuese un orfebre, trabaja con suma delicadeza.
Obsesionado con los detalles de los objetos, con la rotunda vastedad de un paisaje que le fascina y ebrio de la capacidad poética del lenguaje, su prosa narrativa une experiencia de vida con experiencia creativa.
Su crítica a la burguesía y la añoranza del padre, por ejemplo, no dejan de ser metáforas de la incapacidad de la escritura para expresar la verdad, una verdad ética que atormenta a Wolfe cuando se ve superado por los acontecimientos de su entorno, pues las emociones y los instintos más bajos están supeditados al interés crematístico. Como se refleja en esta novela, los sentimientos parecen haber abandonado la propia esencia de los hombres, sujetos a las bondades aparentes de la Revolución Industrial y al fordismo.
Ante eso queda la soledad.
La única rebeldía es la soledad para la que no hay tales bondades. La soledad de la que habla Wolfe no es una soledad buscada.No es una soledad ociosa o hedonista, sino asfixiante, melancólica y abrumada por el hastío. El propio título de la obra no es otra cosa que un símbolo de esa búsqueda de la libertad personal, de las palabras exactas, de aquello que se aloja después de la vida y que, por miedo, por ese miedo humano, o por torpeza, no podemos cruzar. Ni siquiera encontrar.


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domingo, 7 de mayo de 2017

Levedad

Levedad en un detalle. Mínima escucha del hielo, un estallido es el sentido, la permanencia en estas manos que humedece cualquier caudal. Su profundidad, otro recuerdo, la rugosa hoja del algarrobo.


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