miércoles, 21 de diciembre de 2016

Campaña "Escribe una carta, cambia una vida" en el IES. Tháder, de Orihuela.

Esta mañana en el IES. Tháder, de Orihuela, hemos dado por concluída la campaña "Escribe una carta, cambia una vida" 2016 #writealetterchangealife. 214 cartas solidarias que reclaman el cumplimiento de los derechos humanos llegarán pronto a su destino.


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lunes, 19 de diciembre de 2016

Hilos



Luz que muere en la boca, hilos que siguen las sombras hacia la nada, hilos, un verso de Maillard, ropa tendida, un rostro que se borra en todos los retratos que pude quemar.


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martes, 13 de diciembre de 2016

Kalandraka publica Cepillo, un cuento infantil sobre el realismo de la fantasía

Kalandraka publica Cepillo, de Pere Calders y Carme Solé Vendrell, un cuento que vuelve a incidir sobre las posibilidades creativas de la fantasía durante la infancia. Premio Lazarillo y Premio Serra ´Or en 1981, la obra es un tributo a la ingenuidad y a la inocencia de un niño que acaba quijotizando a toda su familia al hacerles creer que un cepillo puede ser un perfecto animal de compañía.
Sin duda, la obra es una fábula sobre la soledad. La soledad del niño implica la estimulación de la imaginación y así sucede que el protagonista se ve involucrado junto a toda su familia en ese juego de interacción con lo imaginario donde el acto de crear es un mal necesario para distanciarnos de la realidad que no aceptamos.
Ese carácter distópico que introduce esta obra de Kalandraka nos aproxima a una realidad social y familiar que lectores de todas las edades identifican, porque les resulta más que certera esa necesidad de crear desde la nada sin otro fin que pasar el tiempo, que superar la soledad para que un niño cobre el protagonismo que merece dentro de la familia.
Una prosa sencilla dentro de una historia lineal parece que no puede dar mucho de sí, pero, en el caso de Cepillo, esa secuenciación está cargada de lirismo y de ecos surrealistas que superan la rigidez de una historia predecible. Cepillo nos recuerda esas historias grises y, sin embargo, hilvanadas desde la poesía oral, desde una evasión hacia una realidad alternativa para afrontar los estragos del presente.
Cepillo no está exento de ese trasfondo nostálgico de algunas historias de Aldecoa o Ana María Matute donde la inocencia se mezcla con la severidad de un presente anodino y carente de luz, personajes auténticos marcados por una cualidad mágica para sobrellevar la odiosa rutina que los margina.
Cepillo, de Pere Calders y Carme Solé Vendrell/ Kalandraka

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domingo, 11 de diciembre de 2016

Gracias al poeta Ramón Bascuñana por reseñar mi poemario Las exploraciones



En el blog del poeta Ramón Bascuñana, El alma de la piel, se reseña Las exploraciones destacando la belleza de lo siniestro y la influencia de Juan Rulfo en mis versos. Gracias, Ramón.

piel,http://elalmadelapiel.blogspot.com.es/2016/10/las-exploraciones-manuel-garcia-perez.html



















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Reseña de Javier Puig sobre mi poemario Las exploraciones




Las exploraciones, el segundo poemario de Manuel García Pérez, editado por Neopàtria, es la confirmación de una voz poética inconfundible y genuina. En la muy concurrida presentación del libro en Orihuela, Luisa Pastor, Álvaro Giménez y el ilustrador del libro, el pintor Roberto Ferrández, así como el propio poeta, a través de sus comentarios, trataron de acercar al variopinto público un libro de poesía capaz de producir una indeleble emoción en el lector, pero al que no se accede suficientemente si no se toma con la adecuada disposición y las precisas insistencias. Como allí se comentara, se trata de un libro abierto ante el que no hay que aspirar a una exacta comprensión, sino dejarse conmover por sus páginas, nutrirse de las muchas sugerencias que promueve, abordar nuestra propia interpretación, que será diferente pero no distante de la de los demás lectores.
Como en Luz de los escombros, su anterior libro, el recorrido por sus poemas se me presenta como la intermitente iluminación de un paisaje herido. Es esta una poesía de misteriosas referencias. Su último misterio no resulta desvelado, pero los versos crecen con cada lectura sucesiva, aumentando su fuerza reveladora. En un principio, los versos extraídos, en su aislamientono resultan muy significativos, pues forman parte de un todo indivisible, de unos poemas que participan abiertamente de una voz irrenunciable; pero, a la vez, sentimos su potencia concentrada, los percibimos como si fueran el expansivo detalle de un cuadro, como unas coherentes y holísticas pinceladas. Y es que yo siento esta poesía como la traducción a la palabra de unas pinturas imaginarias, el definitivo detenimiento de un relato dramático en su punto más álgido. Lo pictórico le es afín y por ello las magníficas ilustraciones de Roberto Ferrández resultan tan armonizables.
Los poemas de Manuel García Pérez provocan una sensación que nos aísla de nuestra cotidianidad, nos desplaza hacia lugares insólitos que no tardamos en reconocer como la ubicación de la génesis del común de todos nuestros terrores.
Los poemas de Manuel García Pérez provocan una sensación que nos aísla de nuestra cotidianidad, nos desplaza hacia lugares insólitos que no tardamos en reconocer como la ubicación de la génesis del común de todos nuestros terrores. Los versos que conforman este poemario acaecen en nosotros como oscuras fulguraciones, como incisivos fragmentos que se enlazan en conexiones inopinadas. Hay innegable belleza en cada cuadro-poema, hay una llamada, una voz que nos reconduce por terrenos desechados. Es como un recordatorio de lo íntimo del mundo, una invitación a una escrupulosa manera de mirar que destapa lo enterrado bajo la implantación de lo obvio.
Luisa Pastor, en su corto pero precioso y orientador prólogo, ya nos advierte de la dureza del libro: “No hallarás la claridad en estos repechos, no hallarás respuestas”. En el Casino de Orihuela, se nos invitaba a atrevernos a lo recóndito, a aquello que guarda, inagotable, lo intenso; a lo que se aviene a la distinta aprehensión de un lector que, arrastrado por una fuerte corriente poética, con valor tendrá que arribar a los lugares de su realidad, aquella que en verdad lo concierne. Como dijera el autor, este poemario nace de la huella que ha dejado en él la conciencia de tanto sufrimiento; del dolor callado de las gentes, asumido sin apenas gestos, sin restañar; acogido como si fuera una sola presencia, una realidad celular, una constante interferencia. Manuel García nos habló de la invisibilidad de la violencia en nuestra sociedad. Y yo pensé que lo invisible se construye a menudo con las más burdas evidencias. Y lo violento no es solo lo abrupto, lo inesperado, lo cruento, sino también la propia existencia, siempre a expensas de un vivir amenazado.
El inicio de cada poema es como la prolongación de unas músicas silenciosas que estaban allí, de unas vibraciones que se transmutan en luz tamizada por el dolor. En las imágenes predomina un eco de gritos silentes. Hay una multitud de seres no identificados, que forman un solo personaje plural, en el que a menudo se distingue el hálito femenino. Esa mujer que, herida de saber, sobrevive a las batallas; que infinitamente reproduce hacia dentro los precisos acontecimientos que la marcan, que habita la extrema hondura de la oscuridad y conoce el despiadado rostro de la vida.
El poemario recorre las materias de la naturaleza, los elementos de los campos. Y también los animales. El perro recurrente, como presencia que ronda el círculo de la desgracia. Los perros que imaginamos cabizbajos y tristes, acallados para siempre, testigos de los extravíos humanos, de sus torpes confrontaciones.  El perro como animal inocente pero terrible a la vez.
La exigencia del libro no resulta liviana. No podemos negar su pesimismo: “Mis hijos no saben/todavía quién los entregó a este lugar/inexplicable”.
Es esta un poesía radical, un descontaminado ejercicio de potenciación de cada palabra. Su propósito no es explicar, no es ligar las distintas construcciones de un pensamiento casi  enajenado, sino retrotraerse hasta el lugar en el que coincide el flujo que intimida a los seres frente a la vida rigurosa. Los apuntes paisajísticos, con su asfixiante dureza, actúan aquí como detonante de un sentimiento que se desvirtuaría con las muchas palabras. Las sucesivas escenificaciones irrumpen en un lector que ya se ha situado sobre esa tierra en la que se refleja la contumacia con que el hombre perpetra su ignorancia. Lo que predomina son las sombras, el dolor de sus dispersos habitantes, el pálpito de los inútiles escondrijos y la debilidad de cada amanecer.
La exigencia del libro no resulta liviana. No podemos negar su pesimismo: “Mis hijos no saben/todavía quién los entregó a este lugar/inexplicable”, pero tampoco renunciar a su extrema belleza. Las exploraciones consolida una poesía necesaria, que se atreve con una temática sombría, elevándola, como esos hombres que elevaron el tótem: “Los hombres / que lo elevaron eran hombres dignos”. Aunque: “Los signos/residen ahora en el barro, / son heridas frescas y vivas, / sangran en la luz”. No hay tregua: “Los hombres que lo elevaron/ fueron hombres perseguidos hasta la extenuación”. Hay que mirar, pero, ¡cuidado!: “Quien quiso contar las cicatrices / fue extirpado de la luz”.
Para finalizar el poemario, unos versos dramáticos, pero tal vez esperanzados: “No queda ningún animal / que en la desolación resurja. / Solamente las larvas / en el interior de esta quietud”. Las larvas como promesas de un nuevo ser, la quietud como frágil tránsito en la rueda de la existencia. La quietud de la desolación, el final de lo avanzado y el tímido fulgor de lo incipiente. El acierto del libro, su gran validación, es su capacidad para poetizar al lector, para activar su sensibilidad y deponerlo de su inconsciencia ante el dolor del mundo.
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viernes, 9 de diciembre de 2016

Pepo Paz y Anaya Touring presentan una guía para observar los cielos en España


Portada de la guía./ Anaya

Si por algo sorprenden los trabajos que está editando Anaya Touring estos últimos años, es por haber hecho de la guía turística un género independiente, un género literario. ¿Por qué no decirlo? No exagero al manifestar que, en el caso de Pepo Paz, Los mejores destinos para observar los cielos en España es un trabajo inspirado e inspirador.

Lejos de este juego de palabras, Paz se atreve a buscar aquellos lugares y rincones de nuestra geografía que son motivo de la contemplación, de la introspección personal y de la dedicación de científicos y artistas. No se trata meramente de describir lugares turísticos, sino de dar un paso más allá de la convención que este tipo de textos expositivos y divulgativos ofrece habitualmente.
El cielo, la vegetación, la niebla, matices de luz, las estrellas o el silencio se convierten en criterios de selección para describir esos lugares de retiro, de búsqueda personal, de íntima extinción de uno mismo, pues el viajero encuentra evidencias de esa naturaleza adánica y primigenia, lugares que se atribuyen a los dioses y donde las leyendas fluyen por sí mismas, sin necesidad de intermediarios; parajes protegidos y otros que surgen de la suspicacia y la indagación de Pepo Paz.
Lo que se desprende de los textos y de los títulos que encabezan cada sección, cada lugar, cada motivo, es que el encandilamiento, la atracción y la necesidad de búsqueda pueden convertir un viaje por España en una clase de rito iniciático donde el mundo no se enseña, sino que se muestra. Por esta razón, la obra de Pepo Paz transciende la mera guía turística informativa.
Este libro una reflexión personal y colectiva sobre lo convulso, lo agreste, lo astral, lo inabarcable de los espacios: cualidades y matices que definen la propia naturaleza. Pena Trevinca, en Ourense, o el Observatorio Astronómico El Castillo, en Soria, son algunos de los lugares que destacaría en este libro por ese valor chamánico y espiritual que albergan. Lo que conmueve es esa expresión de lo esencial en la compleja geografía que se describe y, con lo esencial, me refiero al tema que inspira la selección de ese lugar, sin tiempo, sin memoria, siendo consciente de que estuvo allí antes del hombre y lo estará después de nuestra desaparición.
Los pájaros, las estrellas o la sal de las Salinas de Santa Pola, por ejemplo, invocan su propia representación hipnótica, relevante, silenciosa y sumida en otra representación, aquella que surge de la experiencia y de la sensibilidad de Pepo Paz, quien logra que los paisajes, sus fotografías y comentarios formen parte de ese libro incesante, como diría Borges, que no es otro que el Universo.
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Un poemario simbolista de José Luis García Herrera: El viajero en la niebla





El viajero en la niebla. / La Biblioteca de Gregorovius



Publicado por la editorial El Full, El viajero en la niebla es un libro de poemas que nos involucra en esa estética tan genuina y particular de García Herrera, el simbolismo. Su uso metafórico de la palabra y su adjetivación sutil para matizar actitudes ante la visión del paisaje son inherentes a su escritura.

No estamos ante una poesía barroquizante, sino ante una poesía que busca en el hermetismo una forma de traducir la vastedad del mundo, y solamente a partir del símbolo, de la construcción de sinestesias y metáforas, es posible la concreción, una concreción pasajera que se disuelve como esa niebla ante el viajero o el explorador: "El viajero pinta sombras de humo bajo las farolas, y voces de niebla que ruedan desde la plaza de Santa Ana hasta la pálida memoria de mis huellas recorriendo la ruta solitaria de las sombras" (pág. 31).
Ya dije en anteriores reseñas sobre la obra de García Herrera, que este poeta no renuncia al tono machadiano, porque el propio paisaje se lo impone y, ante esa severidad del espacio, el lenguaje de García Herrera se impone a su vez espléndido, luminoso, dentro de la opacidad de esos temas existenciales que construyen sus poemas: "Al otro lado del puente nos esperan. Siempre, al otro lado. Alguien, no sé, que nos mira. En ocasiones desearíamos estar en las dos orillas, contemplar nuestra historia desde el balcón del ayer, desde el desfiladero del mañana." (pág. 49).
Hay una sensación de apatía, de insatisfacción en esa búsqueda de las respuestas a los enigmas de la vida y de escepticismo que contrasta con ese lenguaje abigarrado donde el verso libre argumenta, expone y describe para darse de bruces con la niebla, con el silencio, con un vacío que obsesiona al creador y lo conduce a las orillas donde es difícil discernir dónde está el lenguaje y dónde lo real, lo real reflejado en el poema: "Ocurra lo que ocurra me dejaré atrapar en la red de los engaños, con el único consuelo de un saxo tenor: amigo al que le debo la vida después de cada noche sorteada con la fiebre de mi edad sin sueños. La herida del desamor todo lo cura". (pág. 53). Enhorabuena, José Luis.

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Una Navidad con mucho amor, una antología de cuentos, coordinada por Norah Carter, Monika Hoff y Patrick Norton



Lo que permite la autoedición es que, por ejemplo, en unas pocas semanas, un grupo de autores de Novela Romántica en digital, coordinados por los escritores Norah Carter, Monika Hoff y Patrick Norton, ha decidido publicar una antología de cuentos navideños, Una Navidad con mucho Amor.
La inmediatez de la edición en digital, la ausencia de intermediarios y la rapidez de puesta en venta permiten que diversos autores que publican en Amazon participen de un trabajo colectivo donde relatos de humor y otros más entrañables y moralistas giren en torno a un mismo motivo: la Navidad.
Lo que sobrecoge del fenómeno es su asociacionismo, la diligencia de los trámites, la cooperación y la inmediatez de su edición. Algo sucede por esos fueros que escapa a las grandes editoriales, que, aun publicando también en digital, pierden a miles de lectores porque no responden con rotundidad y velocidad a las exigencias de un mercado globalizado y que se mueve más por las emociones que por el marketing.
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jueves, 1 de diciembre de 2016

Loca de mis gaviotas

Estás loca y ese amor tan versátil me excita como una nube ajada o la luz blanca que penetra en mi cuerpo como un virus digno. Estás loca y la sangre que se extiende me pertenece, y eres un ser insalvable, un ser que ama en la desesperada agonía de estas gaviotas que encierro en el cuarto de contadores.


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