martes, 30 de agosto de 2016

Cuando John Boorman dirigió a John Voight y a Burt Reynolds en Defensa

  Vuelvo a ver Defensa. Es una obra maestra que reviso cada año y de la que nunca he escrito. Diré solamente que es una de esas películas en la que John Boorman demuestra que el cine puede ser también un documento ensayístico sobre las conductas humanas. Unas panorámicas excelentes de la naturaleza más sobrecogedora y asombrosa en el río Cahulawassee nos ponen en alerta. No es posible que esa belleza adánica no esconda alguna trampa.

  Y así sucede: la serenidad de una excursión de varios amigos se convierte en una auténtica encerrona, donde Boorman explica la otra cara de la sociedad americana, aquella que supera incluso la concepción más conservadora que pueda imaginarse; se trata de la estructura endogámica de unos pueblerinos que viven en la soledad del bosque, que consideran al extranjero un enemigo desde el primer momento, que estiman que el contacto con la civilización es más que pecaminoso, que al extraño hay que destruirlo para que prevalezca la pureza racial y sanguínea de la comunidad.
  Boorman dirige a Jon Voight y a Burt Reynolds magistralmente a través de un análisis antropológico donde se intuye la existencia del canibalismo, de una América violenta, excepcionalmente violenta, que instrumenta sus rituales para extinguir a aquel que se involucra en sus dominios. Escenas como la guerra de banjos entre uno de los protagonistas y un niño inquietante o la supervivencia de los amigos en el cañón, a merced de la belleza salvaje de las aguas, nos revelan el dramatismo que encierra la amistad y el odio más atávico.
Burt Reynolds/ kemes.wordpress.com

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