miércoles, 6 de enero de 2016

Un poemario del escritor oriolano Ramón Bascuñana

   Apariencia de vida, de Ramón Bascuñana/ Auralaria
  Al leer Apariencia de vida se produce en mí esa necesaria contradicción que la poesía comunica cuando la palabra se convierte en una reacción severa contra el mundo de las convenciones. Un sutil modernismo construye los poemas de Bascuñana involucrando su pensamiento en una madura reflexión ante la propia vida del creador y del sentido de la literatura.

  Puesto que las palabras no pueden aprehender la totalidad, su sincera razón de estar ahí, el trabajo creativo se convierte en una suerte de mixtificación y engaño del sentido de escribir. La inutilidad ante no poder reconstruir lo inefable domina cada poema en los que la antítesis, metáforas de tradición barroca y una musicalidad latente añaden un aire de nostalgia y de fragilidad que nos sumen en esa valiosa contradicción: escribir para vivir o escribir para mentir: "Al escribir, lo real se transforma/ en dócil utopía/ que contiene la esencia de mi esencia./ A pesar de lo cual, todos mis versos/ juntos son, tan sólo,/ una media verdad de una mentira". (pág.24).

Fotograma de Stalker, de Andrei Tarkovski.

  Lo valioso del poemario de Bascuñana es que cada poema se convierte en una magistral teoría textual sobre el sentido fallido de la composición y,pese a esa visión pesimista, solamente nos queda sobrevivir en el fingimiento de la palabra, en la apariencia de los signos para cambiar engañosamente los acontecimientos, los recuerdos y la dicha de vivir: "La inocente plenitud de la lejana infancia/ me visita de nuevo en las noches de insomnio. / Vuelvo a creer en premios y castigos/ y en que si te comportas según mandan las normas/ no deberás temer que ocurra nada malo" (pág.25).

  El mundo que representa el autor es un mundo en el que brota la luz, en el que merece la pena vivir, pero a sabiendas de que su caducidad, su volubilidad, su componente efímero, son una analogía de esa falsa actitud pletórica que experimenta el creador al acabar un texto. Todo está dominado por su propio espectro, por su propio espejo, por la erosión de los matices, por la inmovilidad de las convenciones. Vivir en la escritura puede ser una liberación, pero también es una condena a residir en un "paraíso artificial" que inexorablemente se desintegrará para dar paso a ese mundo, el de fuera, que contempla la caída del hombre, su enfermedad, su explícita consumación de muerte y desengaño en las relaciones y en la propia carne: "Alto don/ escribir el poema que ha de ser escrito,/ renunciar a la vida para pensar la vida/ desde la perspectiva cruel de las palabras" (pág.9).

Ramón Bascuñana.

Apariencia de vida, II Premio de poesía Fernando de Herrera y editado por Guadaltaria, es una obra intensa porque sintetiza intuitivamente esa encrucijada interna que es inmanente a la existencia del creador: "Eres el prisionero de una jaula invisible./ Los versos son las rejas,la jaula es el poema" (pág.35). 

Gracias por el alto don, estimado Ramón.

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