domingo, 31 de enero de 2016

Entrevista a la actriz Elena Rayos

Éxito, personajes, una vida y Reikiavik



  Al igual que con el actor Alejandro Sigüenza, trabajé con Elena Rayos hace muchos años en varios proyectos audiovisuales. Su tesón y una fragilidad tensa, hierática a veces, constituyen parte del secreto de su éxito en muchos escenarios. Su fisonomía parece endeble, pero su proxémica es de una fuerza inusual; un rostro enigmático con unos ojos oscuros e hipnóticos ha cautivado a muchos de sus personajes. Su paso por el teatro clásico en diversas compañías y su trabajo con algunos de los actores más importantes de este país consolidan una trayectoria significativa, cuyos personajes son personajes de matices, de extremos, los que mejor encarna dentro de esa inquietante figuración que expresa su apariencia física y su lenguaje corporal. Elena Rayos responde en exclusiva a Mundiario sobre diversos aspectos de la vida teatral y personal que la han llevado a Madrid con la obra de Mayorga, Reikiavik.

Pregunta: Elena, ¿qué es exactamente Reikiavik? ¿Qué aspectos estéticos e interpretativos caracterizan a esta obra? 

Respuesta: Como todo el mundo sabe Reikiavik es la capital de Islandia. Aquí tuvo lugar el campeonato del mundo de Ajedrez entre el norteamericano Bobby Fischer y el ruso Boris Spasski en 1972. El acontecimiento fue mucho más que un campeonato del mundo, en plena Guerra Fría, se convirtió en una cuestión de Estado. Los dos jugadores junto con sus asesores personales jugaban a algo más que Ajedrez. Reikiavik es una obra de teatro escrita y dirigida por Juan Mayorga, e interpretada por César Sarachu, Daniel Albadalejo y yo. Reikiavik habla de dos seres que se encuentran en un parque para recrear qué pudo pasar en aquel campeonato y un tercer personaje que soy yo, que descubro un tablero de ajedrez con una partida empezada en ese parque cualquiera, camino del instituto, y decido dejar mi examen final, atrapada en esta historia intentando descubrir qué hay de verdad en todo esto. Juegan a ser quienes no son, Bailén y Waterloo, otros, muchos, juegan a muerte a eso que Juan Mayorga dice y me encanta " Pagaría por ser por un rato algo que no soy ; una mujer, o un carnicero o un moribundo", y a eso es a lo que yo aspiro, a jugar con ellos. Me fascina de tal manera la historia que me tengo que quedar, no me puedo ir. ¿Y si me pierdo la que puede ser la lección de mi vida? La dificultad interpretativa de Reikiavik es la multitud de personajes que van apareciendo en décimas de segundo, desde los asesores de Spasski a la madre de Fischer, pasando por Kissinger...pero además están ellos dos, cuando dejan de ser Fischer y Spasski , cuando aparece la parte humana de dos seres que pueden no conocerse, que se necesitan y se quieren, pero no lo saben todavía... Yo intento estar muy atenta, descubrir cuándo hacen teatro, cuándo son ellos.Todas las apuestas las hacen hasta el final, juegan hasta las últimas consecuencias, observo, imito, tomo notas de todo lo que no he oído en mi vida y pregunto cuándo no tengo ni la más remota idea de quién están hablando. Hay algo de ellos que me fascina, me atrapan estos dos locos que tampoco puedo asegurar que lo sean. Hay momentos en los que me atrevo a interrumpir y proponer variantes, me conmueve la histora, pero también reconozco momentos en los que saldría huyendo...

P.: Frente a la evolución de toda clase de nuevos lenguajes tecnológicos, ¿qué nos ofrece el teatro para que siga siendo un espectáculo de masas?

R.: A mí me gustaría pensar que el teatro ofrece algo que no puede ofrecer el cine ni la televisión, y es que la historia te la contamos a ti,directamente. Trabajamos para esa persona que ha pagado su entrada, se sienta en la butaca y tiene la generosidad de dejarse llevar. Nos vamos a emocionar, nos vamos a reír y a dejarnos la piel para contarte una historia personal, para meterte dentro de nuestro juego e invitarte a que hagas este viaje. Es muy probable que mañana la función sea diferente, pero la de hoy es para ti.

P.: Que, en este país, la cultura esté tan maltratada por la Adminsitración y por los medios en general, parece que convierte a los actores en una clase de malditos y proscritos. ¿Crees que el espectador os percibe como una clase de supervivientes, como antiguos chamanes que trabajan siempre contra la corriente y contra el sistema?

R.: Yo creo que el teatro es un vehículo para contar qué está pasando, cómo estamos viviendo, cuál es nuestra realidad. Y, si quieres, te lo hago cantando una canción, pero lo que no te puedo decir en escena es que todo va bien, si no es así. El teatro habla de la vida, de la crudeza de los sentimientos, de las opresiones, del dolor tuyo y mío, a veces con humor, a veces con ironía, a veces en verso. El espectador de teatro es cada día más exigente. También es nuestra responsabilidad estar a la altura, hacer espectáculos que no decepcionen y que cumplan esas expectativas. Tenemos la suerte de dedicarnos a una profesión en la que podemos vivir muchas vidas, sufrir muchos horrores y enamorarnos muchas veces, pero también te diré que nos lo están poniendo muy difícil. Es verdad que somos una profesión molesta por contar cosas que quizá es mejor no saber y que el público no conozca, pero la labor de la cultura en general y del teatro particular es poder mostrar qué es lo que hay y tú decide, pero primero conoce cuál es la realidad. Gracias a que hay gente que va contracorriente pasan cosas necesarias en nuestro país.

P.: ¿La formación que necesita todo actor se adquiere siempre dentro del escenario o es necesaria la formación de escuela o facultad?

R.: Es una profesión que te exige estar en continua formación, siempre reciclando. No es sólo pasar o no por la escuela, que siento que es algo fundamental. por supuesto. Es básico el escenario, la seguridad que te da un escenario. Sólo se aprende trabajando, pero soy de la opinión de que tenemos que entrenar y ver mucho teatro. También te diré que hay gente con un talento innato que no necesita nada (no los he conocido, pero he oído hablar mucho de ellos).

P.: ¿Has sacrificado mucho en lo personal y en lo familiar para trabajar como actor?

R.: Es inevitable. Es una profesión sacrificada. Te hace estar en el escenario en condiciones a veces en las que tienes la cabeza en otro sitio. Pero la verdad es que la recompensa es tan grande que merece la pena ese sacrificio.


Para contactar con la actriz: http://elenarayos.wix.com/actriz

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