martes, 28 de julio de 2015

Rescatando unos versos de Edgar Allan Poe

  Nuestras manos intentan recoger los frutos de aquellos días, pero la tierra ya es estéril y hemos preferido aguardar en lo alto de la colina. Aún no ha sido destruida Dresde. Regresarán nuestros ausentes y nos llamarán por nuestro verdadero nombre. La soga siempre pende del árbol y la escritura es insuficiente para reclamar la salvación que no merecemos.

  Cuando los muertos regresen al tercer día, los vivos, con el fuego encendido, creeremos que esas figuras forman parte de una alucinación tan peligrosa como la propia realidad y de nada nos habrá servido ser testigos de los hacinamientos.

   Los rostros, untados de sangre, mostrarán su incredulidad y el pájaro no será el ave que se cruza al final de las franjas. Versos de Poe recuerdan la misma inquietud ante la sima: "Hundí la vista en aquella oscuridad y estuve un rato allí inquiriendo, temiendo, dudando, soñando sueños no mortales que antes nunca osé soñar; pero no se rompió el silencio ni dio señales la quietud, y la única palabra allí dicha fue la palabra "¿Lenora?" musitada, eso musité, y un eco murmuró en respuesta la palabra "¡Lenora!, simplemente eso y nada más".

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