martes, 28 de julio de 2015

Escribiendo a través de Lisa Ann: cuando la noche agoniza sobre las partidas

  Los que me conocieron alguna vez, jamás regresarán a este punto de la partida, Lisa. Una mujer de rojo se desviste bajo el sonoro cielo de Atlantic City y no eres tú. Derramamos nuestras intervenciones sobre la mesa y las fichas caen una tras otra porque, antes de que los hombres ciervo crucen el umbral, estaremos todos muertos. Comienza a silbar, Lisa, tras los cristales del taxi y emergerá cada uno de esos masturbadores que compraba tus cintas a mitad de precio mientras sus madres se tapaban los ojos.

  No has preparado pancakes para nuestra ceremonia, ni has dejado una patética nota antes de perderte en la nieve de las cloacas. Una vez compré un cocodrilo para que lo domesticaras y los bolsos de piel salieron por la puerta del motel junto a los paquetes de Zara. Derramamos nuestras intervenciones sobre la mesa y las fichas caen una tras otra, porque he aprendido a morir despacio, admirando el volumen de tus formas, de tu sombra sobre la mesa de las jeringas y los trapos ensangrentados. La silicona ha invadido mi frente y mis pensamientos, gomosos y modernos, agitan esas fantasías donde tú penetras los objetos y a los minotauros, esperando eternamente a que nieve el polvo rojo.

Lisa Ann

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