domingo, 31 de mayo de 2015

Muñecas de Rydom Avenue

  Empezaste poniéndome el bozal y yo quería el collar de perro. Bajo las nubes imantadas, los alces rezaban su particular oración de vegetales y raíces. En la ciudad, los cañones de las pistolas aún estaban calientes. Los que sobrevivieron añoraban ir al bosque y yo, que quise ponerme el collar de perro para desfilar, fui raptado por tu manera de mirar el mundo, la manera perniciosa con la que miran las muñecas hinchables de Rydom Avenue.

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sábado, 30 de mayo de 2015

Locos y caverna

   Los locos se arrimaron por sí solos a la caverna. El cuerpo que ellos veneraban lo habían visto antes en algún cartel que borraba la decencia de la calle. Las melodías eran turbias por entonces en cualquier sitio y el café tenía un extraño extracto de algas que confundía con tus besos sin lengua. El cuerpo que los locos veneraban había circulado por mi saliva y, ahora que ellos iban a morir, estimaba que no perdí el tiempo haciendo el amor contigo.



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viernes, 29 de mayo de 2015

Futuro cadáver

  Qué buscas bajo la ducha. Existe una enfermedad única; la raíz del árbol que traspasa el pie y acelera el ritmo del corazón. Los invertebrados hierven con facilidad y el viento no trae los rostros ni los rastros de esa memoria insólita que apuntamos en los post-its del frigorífico. Tú me quieres y yo incendio tu coche. La ducha te redime, aunque, en los estercoleros, las ratas grises tiemblen de ansiedad al recordar tu futuro cadáver.

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Intranquila simiente

  No tengo control del mundo, sino de ese vacío que queda entre las partículas, prisionero. Los mineros trajeron las piedras de los fondos y los sombreros de copa no te convencieron al principio de la fiesta. Las orcas flotaban sobre la lisa superficie del cuchillo y así que lo soñaste, así que lo dijiste, Angelina. Piernas inacabables, intranquila simiente del recuerdo de mis muertos.

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Alguien educó mal a las medusas

  Deja que las aguas vuelvan a su cauce y no enseñes esas cartas que marcaron las amables maestras del retrato. No he vivido aquel hundimiento ni la contaminación de los terrarios, pero he asistido a la erosión de la bañeras en cuyo interior cosíamos las muñecas.

  Alguien educó mal a las medusas.


Angelina Jolie



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lunes, 25 de mayo de 2015

Luchando contra la línea

  Luchando contra la sombra del cuerpo que rompe la línea. Los soldados no se miran en los espejos, rúbrica de la luz, destello preciso sobre la horma de un árbol que existió en esta penumbra. Todo es silencio y equívoco, el espejismo transcurre y la nave va donde los dioses no han sido invocados. En el palacio del cisne, comentan que no hay reducción al absurdo posible.

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Pasaje de la noche, de Miguel Veyrat

Mi reseña en Mundiario sobre el último poemario de Miguel Veyrat


Portada


   No es fácil este ejercicio de análisis que, como algunas veces he reseñado, cuando nos adentramos en la obra de Miguel Veyrat, se queda en la mera superficie. No es fácil este ejercicio que el poeta sevillano me impone, después de que mi vida de limitado creador se cruzase en algún momento con la suya, y me detuviera a leerlo con una devota inclinación a escrutarlo dentro de mis posibilidades.

Pasaje de la noche, editado por Barataria, retorna a ese poeta que utiliza las alegorías para cerciorarse de que el texto literario no deja de ser un texto entregado por los dioses, cifrado en la lentitud aparente de un universo que nos sobrecoge y que no deja de expandirse.

   Lo que consigue Veyrat en sus poemarios es que el simbolismo sea ese medio de expresión que desafía cualquier certeza sobre nuestro mundo, un profético desenmascaramiento de lo que se oculta tras lo consciente y lo voluntarioso. Pasaje de la noche no renuncia a ese Miguel Veyrat sobre el que tantas veces me he pronunciado, pero aparecen nuevos rasgos formales y temáticos en este poemario que lo diferencian significativamente de anteriores trabajos como Poniente.

  En primer lugar, Veyrat no se resiste a la muerte, a la que contempla como liberación espiritual, del ser, de la esencia material que apresa esa conciencia creadora que continuamente vivifica al hombre contemplativo. El mundo que lo inspira, el mundo que subyace bajo el texto poético, no debe ser, sin embargo, el mundo contemplado, sino el mundo redimido, aquel que la palabra transforma por necesidad para evadirse de su breve consistencia, de sus previsibles razonamientos, de su limitada horma.

  Esa necesidad de buscar, más allá de la realidad, lo que es propio del último hombre y asumirlo como materia que ha de ser transformada en una palabra exorcizada, lejos del “orcismo” (entendido como “ortodoxia o mandato”), revela el interés que el poeta tiene por desposeer-se del mundo, de la realidad, no aprehendida como una entidad vulgar, sino como un hecho agotado en sí mismo y predecible: “Y sin embargo será preciso vivir por ahora/ en el mundo real de abajo -ahí/ donde azota la soledad el dolor el crimen/ el hambre la traición como en olas/ de la mar humana que se estrellan/ contra la costa para regresar sin fin/ y disolverse tras recitarlo todo en la órbita/ luminosa de asteroides de cometas/ confirmando la lucífera perfidia de Apolo” (pág. 89).

En segundo lugar, los signos apocalípticos rezuman en diferentes versos, como si ese pasaje de la noche, imitando genialmente a Novalis o a Blake, necesitara de la serena mirada de una criatura que gira la cabeza y divisa con cansancio y escepticismo el castigo sobre Sodoma, sobre una realidad de la que se huye porque es demasiado evidente, demasiado visible y fulgurante. Las apariencias no son versátiles. La palabra sí lo es: “Las obras del hombre son también/ seres para la muerte. No serán/ siquiera fuegos/ fatuos por los grandes espacios/ siderales. Pequeñas/ pompas de jabón grasiento/ estallan desde el jadeo/ insuflado a su caña/ gris (...)”. (pág. 18).

  Si el mito ha sido en la obra de Veyrat una forma expresiva de rotundidad para demostrarse a sí mismo que la palabra es origen y desenlace de una plegaria que los hombres cantan a los dioses, una justificación de los males que la propia divinidad impone a la comunidad, en Pasaje de la noche, encontramos un regreso al mito como celebración de la dicha por haber vivido en un tiempo que el poema encierra en su propia anatomía. El mito es verdad del tiempo y un horizonte de expectativas donde lo apocalíptico reduce el mundo a cenizas para elevarlo de nuevo en su flujo de fuego constante a otra esencialidad. La palabra es tiempo también y el mito como tiempo necesita los referentes para asumirlos como materia de creación y destrucción.

En el caso de Pasaje de la noche, toda esa materia resurge como nostálgica puridad de lo que existe. Las cosas han de regresar a su estado original y la poesía concede la oportunidad de que algo así suceda cuando leemos textos como el que sigue: “El poema es ahora el templo de los que se fueron./ En él Orfeo está flotando/ cuando se rompe el pacto de las tensiones entre el/ gran arriba y el gran abajo/ consagrado a permanecer. La levedad burlada del/ Hades cayó por su propio/ peso aunque amor humano se llamase. La tiniebla/ no lo reconoce. Con el día/ como único destino el poeta vuela condenado a la/ hoguera deslumbrante sin/ el goce fresco del misterio -la penumbra de Eros” (pág.65).

  Qué queda tras la lectura de una obra que transfigura el mundo para consumar toda una filosofía que califico de existencialista, puesto que no se libra de preocupaciones universales como la condena a sobrevivir. Qué queda. No es la añoranza, ni la emoción, lo que conmueven en Miguel Veyrat, sino esa certeza de que todo es incierto y mutable, aunque todo ha de regresar a la misma corriente, a las mismas aguas oscuras y purgativas. No puedo estar más de acuerdo con las palabras de Isabel Paraíso respecto a ciertas literaturas y Veyrat no escapa a esta sentencia: “El hombre normal, en el curso de su evolución, supera ese estadio infantil. Lo supera, pero el recuerdo de su temprano deseo permanece en su inconsciente. Por eso ante aquellas personas que han llegado a una realización de esos deseos arcaicos, retrocedemos horrorizados con toda la energía de la represión, acumulada en nuesto interior desde la infancia”. 

  Es necesario regresar a la poesía de Veyrat para lograr el exorcismo, para sobrevivir y sacar a la luz aquellos impulsos del niño que solamente desea jugar con la arena, con la minúscula e inmensa arena, feliz por su ignorancia congénita, por no descubrir más que la verdadera irracionalidad que deslumbra antes de ser adulto. Otra apariencia en el crisol de reflejos que concierne a una obra como Pasaje de la noche.
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sábado, 23 de mayo de 2015

Coetzee y yo

  De alguna manera, los recuerdos no son el mejor de los aprendizajes. La infancia de Coetzee es un camino por entre las piedras que termina en el talud. La infancia de Coetzee es mi infancia, sus palabras sobre los padres que caían rendidos sobre el jergón y el ave que, lejos de la injerencia que cada palabra transmite, era invención sobre el papel, imaginaria, sombra de otra sombra del futuro.

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Descartan mis manos

  Mis manos descartan la sombra del cuerpo y el barro. No hemos nacido para desaparecer de esta manera. Los ojos que confian demasiado en las apariencias no pertenecen al mundo de los victoriosos. Todo fue hermoso alguna vez, un juego del niño que trastea por el patio. No preguntes por el lugar, ni por ese tiempo de granadas rojas. Mis manos descartan la sombra de cualquier cuerpo que recuerde.

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viernes, 22 de mayo de 2015

Yo soy el siguiente

  Estamos perdidos en el día de luz. Las rocas desaparecen tras la afluencia de las aves. Los espejismos son otra escritura, la incesante. Los últimos hombres han descendido y la balanza se ha inclinado hacia el lado siniestro. Nada es oscuro, ni pálpito de la ausencia. Hemos logrado que cada cosa ocupe el lugar cierto. La pereza nos absorbe en la agitada espera. Yo soy el siguiente. Yo soy el siguiente.

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Sobre Georges Bataille y lo correcto

  Cómo deseo escribir con esa serena violencia de Georges Bataille en Mi madre. Necesito esa sutilidad que desarma al más entregado a la fuerza y a lo hostil. Lo hostil se frena con otra hostilidad, la que deja que el daño sea algo parecido a la enfermedad. Qué queda después de esa violencia que los seres humanos se hacen, salvo la serena complacencia de haber sido extinguidos por una fuerza mayor que la que ellos controlan. La obscenidad, la enfermedad, el daño, la curación, la poesía, el reflejo, la profunda inquietud por desaparecer, y cómo saber hacerlo correctamente.

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jueves, 21 de mayo de 2015

Refugios de Kafka

   Desvalidos, dejaban la orilla y torpemente cruzaban esa línea azul que asustaba a los insectos. Las mujeres cayeron primero sobre las balizas de paja. El crepúsculo era una señal que extrajo la sombra del vacío y, tras los cruces, otros seres a cuatro patas buscaban el refugio. Pero la oscuridad los había delatado y ahora un ojo invisible los vigilaba serenamente. Kafka buscaba en la subida una forma de expresión, que la obra inacabada fuese incluso destruida.

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Sobre Catulo y otros menesteres

  Descansa por fin. La evasión es un lento río que fluye hacia el pasaje de la noche. Nada sobrevive a esa quietud que reposa sobre los ojos de los infieles. Rezas para callar los versos de Catulo: "Cenarás bien en mi casa, Fabulo mío, uno de estos días, si te ayudan los dioses y si te trajeres una buena y abundante cena, no sin una linda moza, vino, digo, guapo mío, cenarás bien; porque la bolsa de tu Catulo está llena de telarañas". Una mujer ha bendecido el pan y la puerta, al cerrarse, la ha excluido de tus visiones últimas.

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miércoles, 20 de mayo de 2015

Sobre Rudolf Barshai y su maestro

  Rudolf Barshai, el director de orquesta, dejó claro que su maestro, Shostakovich, no quería que sus alumnos corrigiesen con goma y lápiz, porque una obra se incuba dentro de ti, se alimenta de tu alma, vive contigo, cambia contigo. Una obra de verdad es tan personal que no necesita ser reflejada. Desde aquellas declaraciones de Barshai sobre su maestro, escribo de memoria. No tomo notas, no uso post-its, todo va conmigo hasta el desenlace fatal.

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Agujeros del placer

   Los perros aumentan de peso mientras los runners se humedecen los labios delante del espejo. Los túneles se inundan de agua y los lubricantes se agotan en los supermercados. Las parejas necesitan lubricante, mucho lubricante, para sentir que la profundidad es hermosa, pero nunca lo es. En la oscuridad, está la incertidumbre. En la oscuridad de los agujeros, está el daño, aunque el amante sea bilingüe y excepcional.

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martes, 19 de mayo de 2015

Descansa, alma materna

  Descansa, alma materna, y no corrijas más ejercicios sobre el ablativo absoluto. Hemos sido bilingües durante mucho tiempo y hemos bailado sobre el vacío, buscando respuestas de mierda para una vida de mierda. Los hombres que aman el fuego no son hombres serenos y los bosques que arden no son bosques de piedra, sino bosques donde se ejecutan a los galgos y a esos muchachos que no cierran los ojos cuando se lo ordenan sus padres.

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Los meses huelen a muerto

   Los meses huelen a muerto y tus botas. No descanses sobre el lomo de la yegua airada. Túmbate bajo el fresno y deja que los oídos te revelen la posesión de Rose y su posterior exorcismo. Quién se eleva sobre nosotros, quién te quiere matar, quién te quiere aliñar junto al resto de ancas y tentáculos. No hay dios que oprima el pecho lo suficiente. No cojas el coche esta noche por si el cóndor se rebela contra los objetos luminosos.

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Miedo en la mesa

  Hay miedo en la mesa. Los cazadores han dejado las cartas y la noche comienza a irritarlos. Los pulpos ya se han descongelado y una sombra de incertidumbre devora la luz de acetileno. No somos nada, querida mujer, mansa de las aguas y las enredaderas. Deja que tu piel cubra mi rostro recién cicatrizado, que la ceniza caiga sobre nuestros vientres para ser germen de una narración inédita.

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lunes, 18 de mayo de 2015

No querían besarte

  Deja que los destrozos nos arrastren. No supliques al dios verde ni decidas sobre el destino de los pájaros, ahora que se han extinguido con la nube gris. Cúlpate de lo que hiciste en la otra vida, de los tatuajes que llevas sobre tu espalda  dictando que eres el ser más indefenso. Pero tú fuiste la que encendió el mechero para que el bosque ardiera. Porque te gustaba aplaudir al calor de aquellas  hogueras donde los jóvenes barbilampiños jamás quisieron besarte.

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Cuando dejé que Taylor Swift tocara a mi puerta

  Cuando preguntaron a la religiosa por el número de insectos que había tras el armario, contestó que solamente era uno y que hace años se llamaba Gregorio. La marea está alta y Taylor Swift contempla el cadáver del oso en la orilla. Hemos aprendido a dejarlo todo para el final y, si sacas malas notas, Taylor, vendrán los demonios a visitarte y a colgar sobre tus hombros ese abrigo de piel humana que regala Zeus a los guerreros espartanos.

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domingo, 17 de mayo de 2015

Me has desafiado

  Me has desafiado y el tablero de ajedrez ha sido incendiado por los bomberos adolescentes. Me has desafiado y hemos roto nuestros lazos afectivos, porque así nos lo aseguró el Sombrerero Loco antes de que decidieras elegir ese tono de maquillaje que tan bien eligieron algunas mofetas muertas. Temías que el adjetivo no fuera al lugar justo y que los recuerdos se amontonasen sobre la cama como esos cadáveres de paloma con los que a veces sueñas, hacinados sobre la lavadora sin motor, esperando a que una muchacha, pasada de gótica, los recoja con mesura.

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jueves, 14 de mayo de 2015

Escribir a máquina cura la tiña

   Noche tras noche escribiendo a máquina mientras los vecinos no dejaban de ascender por las escaleras infinitas. Las terrazas se habían hundido sobre los comedores donde los hijos de los obreros comían restos de lubina. Nunca he pasado horas delante de un canal televisivo que me mostrara las cualidades beneficiosas de la carne de ornitorrinco. Lo peor de mi vida es esa señora que se retira a sus aposentos y no puede escapar de mi imaginación. Los vecinos siguen ascendiendo y la lotería por ahora no me ha tocado.

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Para llegar a La Habana

Mi reseña en Mundiario sobre el poemario de Enrique Sacerio-Garí


Portada

 
  Los símbolos telúricos como epifanía de las fronteras o como una épica del eterno viaje al lugar que no existe, salvo en la intención literaria, es alguno de los rasgos que se identifican en el poemario de Enrique Sacerio-Garí, Para llegar a La Habana, editado por Bartleby Editores.

  Su sincretismo estético nace de la emotividad que, para el lector, supone leer unos versos inspirados en una fusión de vanguardia y costumbrismo. La razón de esa épica, como analiza Norberto Codina, en su estudio introductorio a esta edición, destaca por ese "sentido intuitivo e integrador" de travesías y asombros que la literatura de Sacerio-Garí trama con una percusión significativa, pues la tradición oral se impregna de resonancias modernistas que, lejos de un exotismo puntual, refuerzan esa necesidad continua de perseverar en el viaje, de acertar, si es posible, con las razones que nos mueven a huir de nosotros mismos para encontrar en la tierra el descanso de todo lo que nos asombra y de todo lo que se sufre: "Nunca logro llegar/ a La Habana/ por donde sea que ande/ sin volver a partir/ desgarrándome de Sagua/ madera de mis marcos/ madre del río/ honda ciudad/ que sigue/ dando en mí." (pág. 37).

  Lo que conmueve es ese proceso de transculturación que su poesía refleja, pues los estilos vanguardistas se fusionan con ese verso eficazmente literario, de tradición modernista, que nos compromete, más allá de lo social, lejos de las influencias de Celaya o de Otero, con la propia pulsión literaria: "De cada casa ausente/ hay que bajar/ con vaivén/ de escalera/ sincopada/ sin traje nuevo/ ni copa rota" (pág. 51). La frontera como línea divisoria entre dos territorios, entre la realidad y lo cuentístico, entre los vivos y los desaparecidos, por ejemplo, está sustentada en sus poemas por una resignificación de los espacios; lugares físicos que se tornan en ideales, en difusos, en memoria de los ausentes, en continua pertenencia a lo que se añora con voluntad: "Mañana buscarás/ otras orillas/ recordando todo/ lo que soñaste/ con la memoria/ llenas de colillas/ de la primera noche/ que me amaste" (pág. 58).

  La resignificación de los objetos convierte los utensilios elementales que caracterizan a la comunidad en vívidos estímulos de unas costumbres que ya no son lo que eran, sino que son metáfora de un tiempo acabado, de un lugar que permanece en los tránsitos de la memoria y el olvido, y no en el presente: "No se trata del silencio:/ hay pregones/ de escobas, colchones/ mantecaditos/ (en la memoria)/ timbres de bicicleta/ hermanos que se llaman/ por la ventana/ voces altas/ que discuten/ y se quieren" (pág. 59). Por esas razones, la poesía de Sacerio-Garí no descarta la necesidad del futuro, pero ese futuro es una aproximación constante a un pasado que inexorablemente cambia, lejos de nosotros, por mucho que lo denunciemos, por mucho que se literaturice. Nada escapa a esa imborrable presencia de lo efímero y de la escritura como un proceso que transforma lo esencial, lo vivido realmente, en otra clase de signos atrayentes, fusionados con la inclemencia de nuevas culturas más artificiales.

  Solamente sobrevive el espacio que no huye de la escritura misma: "Corre la arena oscura de tus horas,/ abre todos los soles donde moras,/ nada la ola libre de la gente:/ en cada gota encontrarás la fuente". (pág. 88).
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Como no leías a René Char

   Como no leías a René Char, decidiste no cambiar el papel de la pared y todo nos salió más caro. Los paraísos se vendieron a bajo precio y la rubia tóxica nos hizo una visita con todos los utensilios de un veterinario que ha pasado el peor de los exámenes. En la nevera no había nada, pero hiciste posible que al final su sangre fuera el vino que bebimos hermosamente amanecidos.

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Leí a Sábato

  Yo leía a Sábato en el tren de cercanías a Alicante y me sobrecogía que la mujer de sombrero rojo me mirase fijamente. Lograba una corriente de aire caliente inundar el interior del vagón y la figura se acercó más de una vez a conversar conmigo. Entre las muchas cosas fugaces que comentaba la señora estaba que una vez merendó con un familiar ciego que coleccionaba cabezas de muñecas en una caja de zapatos.Yo leía a Sábato en un tren de cercanías y la señora, en ocasiones, un informe sobre enfermedades de córneas y deficiencias en la percepción del color.

Ernesto Sábato
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martes, 12 de mayo de 2015

Flores rojas

   No he sido nada para ti. Los columpios permanecen inmóviles. Por la puerta, entra la luz que deshabita los lugares concurridos. En el cajón, guardo la bala de plata. Los niños aún duermen y la noche es demasiado paciente con seres tan incrédulos como yo. No se puede mejorar. Las flores se volvieron rojas aquella vez.

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Hoy que almorzamos

  Hoy que almorzamos frente a los columpios, has querido que el silencio fuera lo propio. Cada vez que callas, presiento que alguna vez quienes nos dejaron van a regresar a este mismo rincón donde siguen aparcados los juguetes de metal. No es el silencio en sí, sino esa necesidad que fluye de tus ojos por reconciliarte con el mundo que ya no es soportable para ti. Lo siento. Hemos de almorzar aún hasta que, desde el coche, nos llamen, ateridos, nuestros nuevos invitados.

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lunes, 11 de mayo de 2015

Lo que más nos une

  Lo que más nos une es esa forma de provocarnos mutuamente, de escuchar a Radiohead contra viento y marea, de compadecernos ante la inquietud de los ancianos que tiemblan en las terrazas mientras calientan sus huesos al sol. No entendemos de finanzas, pero nos gusta esperar el tren a la misma hora. Atarnos y desatarnos antes de que nos arrolle. La vida está para honrarla de manera peligrosa.

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Inciensos

  Lo que no mata, engorda. Aludes al epitafio del amigo cuervo, pero más de un muerto lo ha copiado. Serénate y llévame hasta el jardín verde. Los quebrantahuesos almorzaron a mediodía mientras Paul Valéry caminaba a solas por el sendero de los duraznos. No seas la esposa que ambiciona el metal como los grajos, sé la insaciable diosa que merienda retoños rodeada de gatos y varitas de incienso.

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Bebe, bebe

   Los herbívoros cayeron de las piedras y la casa se transformó en el elefante azul. Los solares regresaron del humo aspirado y los cetáceos se sentaron a la mesa a conversar. No me preguntes por más efectos especiales, deja que los residuos nos hinchen el estómago. de algo, tenemos que morir preciosa. Bebe, bebe.

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Deshojar

  Los hombres han caído cuando el péndulo dejó de oscilar. Hay tinieblas en el fondo del vaso. Los perros aúllan bajo la mesa y un tipo que masca chicle asegura que es el nuevo profeta de los tiempos herbívoros. Nadie es capaz de quitarse la máscara. Los cipreses callan. Los columpios son absorbidos por la niebla. Todo se deshoja a cada paso que damos.

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jueves, 7 de mayo de 2015

Fluyendo sin la enfermedad

  Luchando contra la enfermedad, la luz ya no hiere. No somos nada, salvo que ese polvo desprendido de los huesos. Los rastrojos arden bajo el asilo de unos ojos que no han visto otra cosa que la ceniza. La realidad es benévola con los perdedores y las ondas que fluyen del centro me recuerdan que he regresado a las mismas palabras.


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lunes, 4 de mayo de 2015

Lisa Ann, no te apoyes en la puerta

  Los leotardos no te sientan bien y ese té rojo que preparas cada noche me sienta como un tiro, pero prefiero esa sensación de aniquilación continua que en mí procuras, Lisa Ann, antes que verte con otras mujeres ambidiestras. Soy el perro pastor, la naturaleza bacteriológica que recompone tu intestino, tu totémico rayo que golpea una y otra vez contra tu puerta. Deseo tu vientre y el canal que se abre entre tus senos intratables. Qué bien te sientan las nuevas runners.

Lisa Ann
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Puma, yo era un mero coleccionista

  ¿Por qué apareces hasta en Wikipedia? Ya lo sé, fue esa conferencia sobre la épica de Faulkner donde me deslumbraste. Fue el verbo y la silicona de tu verbo, la camiseta blanca y esa otra estampada que te colocaste después del desayuno. Aún recuerdo la ceniza sobre tus vértebras y que quisiste la cuerda para que nuestro acto fuese más litúrgico. Y dolió y el cielo se resquebrajó sobre la tarima donde dormían los leopardos. Fueron tiempos de gloria y tus senos, como tu prosa, movían montañas y yo era el principiante, un mero coleccionista, Puma. 

   Aún tengo tu foto de carné y la botella de vodka que nunca nos bebimos.

Puma Swede
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viernes, 1 de mayo de 2015

Has bebido

  Has bebido como nunca y la inflación ha subido. Los pingüinos se han despertado con la mala noticia de una aceleración discontinua en las moléculas de oxígeno. Los pingüinos leen revistas pornográficas antes de sumergirse en el mar caliente. Las sales escuecen en la boca como un poema adolescente y malo. Tuve una profesora que me hacía soñar con camaleones y música de Charlie Parker. Esa profesora eres tú, que bebes y bebes, y corriges los versos del acné y los tuiteros.

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