lunes, 16 de febrero de 2015

El Kraken que traficaba con las cunas durmió el sueño de los justos

Trabajo de Stefan Heilemann.

   Los hombres amputaron los tentáculos hirientes. Un sobresalto atrajo la luz hasta nosotros y los tullidos perdieron la sombra del pelícano blanco. En las calles, se arrastraban los descalzos perros de los arbustos y el incendio en los cuartos cegaba a quien miraba al sexto piso. Todo era trágico y agreste en la mesa de los despachos donde se fumaba el opio nazareno. Los niños consumían la cera después del plato de sopa y, en las panaderías, nadie conocía el color blanco. La morfina era el néctar de los runners que cambiaban de piel a media noche. Alguien que fustigaba a los amantes fue tiroteado en mitad de una partida donde se jugaba el dominio del mundo y todos los ojos de cristal. Todo era trágico y agreste en el sueño del príncipe y el ábol más diminuto fue trasladado al planeta rojo. Las enfermeras se precipitaban desde los acantilados después de digerir el papel donde escribían los suicidas, pero al final los hombres amputaron los tentáculos hirientes y entonces el Kraken que traficaba con las cunas durmió el sueño de los justos.

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