jueves, 4 de diciembre de 2014

Donde esté una mujer con apetito que se quite Kate Moss

Mi artículo en Mundiario sobre Sofía Vergara.

Sofia Vergara, protagonista de Modern Family.

   Quería escribir sobre los héroes de la democracia española, pero no está el horno para bollos. Así que, siendo fan de Modern Family, quería que estas líneas estuviesen dedicadas a la mujer jamona por excelencia, a mi Sofia Vergara, la antítesis del Special K y de la Ligeresa. Se puede estar buena, buenorra, sin obedecer a esos cánones suicidas que ofrecen algunas pasarelas de moda donde andróginos zombis desfilan como si viniesen del otro lado del espejo.

   Es hora de reivindicar a esas mujeres apretadas, con sus pequeñas lorzas, con sus problemas de dieta que lucen tipazo cada vez que pueden, a lo Milo Manara, gracias a sus fajas y a sus corsés, esas mujeres que sonríen cada vez que hablan porque se comen a Dios por los pies y compran ropa exultante, indiscreta, con escotazo, no esa ropa insípida y mustia de Desigual. Una vez le preguntaron a mi Sofia, "qué olor le devuelve a su natal Barranquilla", y ella contestó con esa sonrisa espontánea: "El del patacón friéndose". Es hora de que Kim Kardashian, Beyoncé y Marta Torné pasen a ser la tentación que vive arriba, el animal más bello del mundo, lejos de esas quinceañeras patológicas que tragan bolas de algodón para quitarse el hambre y deshacerse de la grasa.

   La sociedad posmoderna es tan creativa que consigue que la enfermedad parezca virtud, que Kate Moss vuelva a los escenarios como un emblema de Vitruvio mientras algunas de sus fanáticas imitadoras fuman como carreteros y se ceban a laxantes para consumirse de dentro hacia fuera. Un desastre. Con lo buena que está la ensaladilla rusa y unas rosquillitas. Y ya no te digo Sofia Vergara.

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