miércoles, 1 de octubre de 2014

En educación es tan importante conocer a Batman y a Jay-Z como saber sintaxis


  Como muchos compañeros, no uso libro de texto. Uno de los motivos del fracaso educativo es esa sumisión del profesor al libro. Solamente hay que ver las mochilas de algunos adolescentes par darse cuenta del negocio que han montado editoriales y Administración. Y los resultados académicos empeoran.

  Diferentes corrientes de innovación metodológica están defendiendo la creación propia de materiales y la búsqueda de recursos prácticos que animen al adolescente a trabajar en el aula. Como profesor de Lengua, no entiendo que los objetivos didácticos de muchos docentes estén fijados por el índice de un libro de texto y por un Currículo Oficial que sigue fiel a una tradición ilustrada donde predomina el conocimiento memorístico e histórico mientras nos enfrentamos al siglo con mayores cambios tecnológicos y culturales de cualquier época. Esta última frase no es mía, sino de Habermas.

   Tan importante es conocer el trabajo cinematográfico de Cristopher Nolan y el arte del videoclip de Michel Gondry como saber manejarse con la sintaxis y reconocer las clases de palabras. Tan necesario es saber cumplimentar correctamente un formulario, sin faltas de ortografía, y analizar el cine de Tarantino como reconocer la profundidad de las Coplas a la muerte de su padre, de Jorge Manrique. La actualización de contenidos es más motivadora para profesores y alumnos que la devoción por una ortodoxia de objetivos y epígrafes que apenas se renuevan cada año.

  El hip-hop, el rap o el flamenco son formas culturales donde se puede explorar el conocimiento de la lengua. Aprender a comentar una película como si se tratase de un texto literario no es ninguna herejía. Al contrario, seguramente podamos rescatar a esos alumnos que hibernan en sus pupitres sin saber qué finalidad subyace en el aprendizaje memorístico de las características del Romanticismo. Creo que a la ESO le sobra disciplina mental y le falta creatividad para comprender la riqueza cultural de un mundo que, en el caso de mi asignatura, está experimentando una eclosión ingente de variadas publicaciones, libros, revistas y cómics. No soy quien para dar ejemplo de cómo se han de hacer las cosas. Sé cómo las hago yo y que Batman, como Dostoievsky, cambiaron mi forma de mirar al mundo.

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