viernes, 14 de febrero de 2014

Porque quise tanto a Iván Ferreiro

   Los caballos se precipitan contra el laúd. Nada es firme en esta vida ni siquiera el líquido cuerpo sobre el que anticipas tu muerte con ese cuchillo. No arrugues ese folio en el que Iván escribió la primera letra de su alfabeto bíblico. La fantasía es fanática y los planetas de Holst giran sobre el césped. Un niño que cuenta estrellas ha fallecido esta mañana al cruzar la calle. Los caballos se precipitan sin mirar, siempre, siempre, aunque haya un paso de cebra.
  

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