sábado, 11 de enero de 2014

No quiero escucharlo

    Retienes algo que no es la luz en tus ojos. Acampamos finalmente en esta vera despoblada. Arrulla la hierba. Me has dado una mano en la que no puedo leer: "Si la vida es el cansancio de Dios". En tu vientre hay un nido, lo sé, y otro estigma. Hemos naufragado y la niebla es otra deriva. Las maderas flotan en las aguas. Los hambrientos cachorros se acercan. Me quitas la mano y me tapo los oídos. No quiero escucharlo. No, no quiero.

Fotografía de Daido Moriyama

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