domingo, 17 de noviembre de 2013

Poemas

Aquí tenéis algunos de mis poemas publicados en Las afinidades electivas:


                          I
El caballo que no se hunde nos atraviesa
con su turbado reflejo. Prolongación de la fronda,
su reflejo azoga y nos extingue.

                          II
La ardiente zarza se fundía con la niebla
cuando escribiste -el dolor no tiene raíces-.
Un flujo de incandescencia no terminó por apagarse
y aún así las aves enmudecieron.
La oscuridad de su plumaje, que admitió la noche,
nunca fue tal oscuridad, sino la profundidad del pozo,
la hendidura, el verbo que emergió:
“Lejos de sus huesos, has de morir”.

                          III
El humo asciende porque lo nombraste
antes de la primera esquirla. El bronce de la luz
indaga los rostros. El hurón no abandonó la camada.
Los ciegos caen de rodillas
cuando en el promontorio no queda
más que la sombra vana de la cruz.
Queda la vana sombra y el hurón indaga sus rostros.
Esta luz no existe ni estas palabras que quedaron en vano
y que lo visible las inunda.

                          IV
El hielo blanco no se quiebra bajo la luz.
¿Quiénes volvieron a la vida?
Solamente aquellos que forman el círculo,
y sobre cuyos párpados resbala la ceniza.
En la broza han muerto mustélidos y moluscos,
una sombra muda los acogerá como a aquellos
que en la maleza se agazapan.
No éramos nosotros, sino aquellos quienes se inclinaron
ante los ídolos: el barro nunca es la vida,
pero nada es mortal. Cuanto sucede es un desplazamiento,
materias pútridas, voraces ciénagas, una luz nos agita
y la maleza avanza hasta el círculo. Nosotros
éramos el hielo quebrado y la resonancia de algunos signos.

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